Klimovsky, Gregorio - Las desventuras del conocimiento científico - PDFCOFFEE.COM (2024)

Gregorio Klimovsky

Las desventuras

del conocimiento científico

Una introducción a la epistemología "

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la. edición: agosto de 1994 2a. edición: julio de 1995 3a. edición: marzo de 1997

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A mis padres,

Liuba Vischñevsky y Felipe Klimovsky o

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Hecho el depósito de Ley 11.723. Derechos reservados. Libro de edición argentina. Impreso en Argentina. © A-Z editora S.A.

Paraguay 2351 (1121) Buenos Aires, Argentina. Teléfonos: 961-4036 y líneas rotativas. Fax: 961-0089 I S B N 950-534-275-6 .

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índice general

Prólogo. 15. I

EL MÉTODO CIENTÍFICO. 17

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0 concepto de ciencia -19. Ciencia, conociraienío y método científico (21) Disciplinas y teorías científicas (22), lenguaje y verd; ,

(23), Verificación y refutación (26), Filosofía de la ciencia, epistemología, metodología (27), Contextos (2Í 2

.

La base empírica de ¡a ciencia - 31. Base empírica y zona teórica (33) La base empírica filosófica (36), La base empírica epistemológica (3Í La base empírica metodológica (39) La observación en sentido amplio (42), Requisitos de la observack científica (47), Efectividad (47), Repetibilidad (48), Intersubjetividad (50), Controversias (51). ,

,

3

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El vocabulario de la ciencia - 53.

Términos (55), Términos presupuestos (55), Términos presupuestos lógicos (57), Términos presupuesto designativos (58) Términos específicos (61), Términos empíricos y teóricos (62). ,

4

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Ijs enunciados científicos 65. Enunciados e información científica (67), Enunciados empíricos básicos (67), Generalizaciones y leyes er píricas (69), Generalizaciones universales (70), Generalizaciones existenciales (72), Generalizaciones mixí;

(73), Generalizaciones estadísticas o probabilísticas (74), Los enunciados teóricos (76), ¿Cómo acceder a k enunciados de segundo y tercer nivel? (79). 5 Lógica y ciencia - 81. La lógica (83), Los orígenes de la lógica (84), Razonamiento y deducción (85), Corrección de un razón miento y valores de verdad (87), Algunas aclaraciones (93), La lógica formal (94), la lógica inductiva (95 ¿Qué es una inferencia? (96). 6 El problema de la verificación. Primera parte: Platón, Kant, Aristóteles - 97. La verificación (99) El intuicionismo platónico (100), El intuicionismo kantiano (105), El método demostr tivo aristotélico (106). 7 El problema de la verificación. Segunda parte: la metodología inductivista -117. El método inductivo (119), Las críticas a la inducción (120), El método inductivo en la historia (125) Ii ducción y estadística (126). 8 Hipótesis -129. La concepción hipotética de la ciencia (131), ¿Qué hacer con las hipótesis? (134), Consecuencias observ; dónales y contrastación (137), Vida y muerte de una hipótesis (139). 9 S método hipotético deductivo en versión simple -143. Las dos versiones del método (145), Ciencia y metafísica (146), Las etapas de una investigación dentífic .

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(149), Ciencia y tecnología (151), Mundos posibles, conocimiento y progreso (152), Verdad, probabilidad hipótesis según Popper (155). 10. Teorías. Primera parte: estructura y justificación de las teorías -157. Dos acepciones de la palabra "teoría" (159), La noción campbelliana de teoría (161), Explicación y predicció teóricas (163), La estructura de una teoría (164), Corroboración y refutación de teorías (165), Requisitos mi todológicos de las teorías (167), Una observación adicional acerca de las teorías científicas (169), La teoría la práctica (170). 11. Teorías. Segunda parte: la teoría de Darwin -173. Antecedentes (175), Darwin (177), La estructura de la teoría de Darwin (178), Contrastaciones de la teori

de Darwin (182), ¿Hay ténninos teóricos en la teoría de Darwin? (185), Después de Darwin (186). 12. Las experiencias cruciales 189. Las experiencias cruciales (191), 1. ¿Quién descubre al culpable? (193), 2. ¿Es la Tierra convexa? (195) 3 Bacterias y bacteriófa*gos: ¿Lamarck o Darwin? (199), 4. ¿Cómo reconocen los salmones el camino a casa ,

13. El método hipotético deductivo en versión compleja. Primera parte: redes de hipótesis y observaciones sospechosas. 209. Las complejidades de la contrastación (211), Hipótesis y teorías presupuestas (211), Hipótesis colaterales: subsidiarias y auxiliares (212), Los datos obserracionales (213), ¿Qué hipótesis corrobora o reñita una con-

Agradecimientos

secuencia observacional? (214), Conservadores y revolucionarios ante la refutación (216), Datos y perturbaciones (218), La experiencia de Michelson (218), Agua contaminada (219), Los canales de Marte (219), Los enunciados de primer nivel como hipótesis (220), Popper, Kuhn y el consenso (223). 14. El método hipotético deductivo en versión compleja. Segunda parte: a la búsqueda de otros culpables - 225. Refutación e hipótesis auxiliares (227), Las hipótesis factoriales y existenciales (227), Las hipótesis ad hoc (230), Refutación e hipótesis subsidiarias (234), Refutación y teorías presupuestas (234), Refutación a la Popper y refutación por cansancio (237). [

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PROBUMAS EPISTEMOLÓGICOS. 241.

15. la explicación cientíjica. Primera Parte: el modelo nomológico deductivo - 243. El problema de la explicación (245), La explicación científica (246), La explicación nomológica deductiva

(247), La explicación de leyes (248), La explicación de hechos (249), Notas sobre el modelo nomológico deductivo (254), Predicción y profecía (255), Pseudoexplicaciones (256), La explicación potencial (257). 16. La explicación científica. Segunda parte: otros modelos de aplicación - 261. El modelo estadístico de explicación (263) La explicación parcial (266), La explicación genética (267), Las explicaciones teleológicas (269). 17. El problema de la reducción - 273.

El reduccionismo (275), Reduccionismo y psicoanálisis (278), Reduccionismo ontológico (280), Reduccionismo semántico (281), Reduccionismo metodológico (283). 18. La matemática y d método axiomático . 287. El discurso de la matemática (289), Sintaxis y semántica: los sistemas axiomáticos (290), La noción de verdad en matemática (292), El caso de la geométría (293), Los modelos matemáticos (296). 19. Alcances y limitaciones del método hipotético deductivo: las ciencias sociales y el psicoanálisis 299. Los alcances del método hipotético deductivo (301), El método hipotético inferencial (301), El problema de la matematización (303), El caso de las ciencias sociales (305), La cuestión del libre albedrío (305), La existencia de invariantes en la historia (306), La cuestión de los códigos semióticos (308), La tesis de la incon-

Agradecimiento especial a Guillermo Boido Este libro es el fruto de un seminario o taller (organizado por A»Z editora) en el que intervinieron el historiador de la ciencia y escritor Guillermo Boido, profesor de la Universidad Nacional de La Plata, y quien esto escribe. Durante el segundo cuatrimestre de 1993, en que esa actividad se desarrolló, el autor del presente volumen expuso sus ideas, las que fueron sometidas por Boido a un pormenorizado escrutinio desde el ángulo de la historia de la ciencia, así como también se discutieron con detalle -y se reelaboraron- los aspectos expositivos de nuestro discurso y de nuestras tesis. Fueron deliciosos momentos para quienes, como nosotros, amamos la ciencia, la filosofía y la cultura. Pero lo más importante -cabe destacarlo- fue compartir esta experiencia con alguien excepcional en sus características de humanidad y generosidad. Como suele decirse, los errores y defectos de este texto son de la exclusiva responsabilidad del autor. Pero muchas de las cualidades lingüísticas e informativas que el lector encontrará aquí son el resultado de la intervención positiva de Guillermo Boido. Sin duda, la existencia de esta obra no hubiera sido posible sin su esencial cola-

boración y, por ello, estamos intensamente agradecidos.

mensurabilidad (312), El caso del psicoanálisis (313). 20. El problema de los términos teóricos - 319.

Otros agradecimientos

Términos teóricos y discurso científico (321), Constructivismo o empirismo radical (322), Operacionalismo (323), Instrumentalismo y realismo (327), Estructuralismo (332), Controversias: la distinción teórico-observadonal (333), Sobre el holismo (336). 21. Epistemologías alternativas. Primera parte: la epistemología de Kuhn - 339. Kuhn y los nuevos epistemólogos (341), Preciencia (342), Ciencia normal y paradigmas (344), Interludio: Kuhn como estracturalista y bolista (347), La metodología en Kuhn (349), Crisis y revolución científica (350). 22. Epistemologías alternativas. Segunda parte: controversias acerca de Kuhn - 355. Kuhn y Popper (357), Kuhn versus Popper (361), La inconmensurabilidad de los paradigmas (362) Kuhn y el racionalismo (363), Kuhn v el realismo (364), Kuhn y el progreso científico (366), Kuhn luego de 1962

Las ideas que se exponen en este volumen constituyen parte de cursos de Filosofía de la ciencia que el autor desarrolló en la Universidad de Buenos Aires (en la Facultad de Filosofía y Letras, y en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales), en la Uni-

,

(368).

23. Epistemologías alternativas. Tercera parte: las epistemologías de Lakatos y Feyerabend - 371. Laicatos (373), La metodología de los programas de investigación (374), Lakatos entre Kuhn y Popper (376), El racionalismo lakatosiano (377), Historia interna e historia extema (378), Feyerabend (380), Feyerabend 1: el popperiano disidente (380), Feyerabend 2: el anarquista metodológico (383). 24. Epistemologías alternativas. Cuarta parte: consideraciones sobre Bacherald, Althusser y Piaget - 387. Bachelard (389), Althusser (391), Piaget (394).

Epílogo: la ciencia en el banquillo de los acusados. 399. Bíblíog'afía seleccionada. 407.

índice temático. 409.

versidad Nacional de la Plata, en la Universidad de Belgrano, en la Universidad CAECE (Centro de Altos Estudios en Ciencias Exactas), en el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES) y en el Instituto Torcuato Di Tella. La lista de personas a las que debemos recordar y agradecer por haber intervenido de alguna manera en la formación de nuestra concepción del mundo es sin duda muy larga. Pedimos excusas por las omisiones causadas por obvias razones de espacio.

En primer lugar, consignemos que fue Liuba Vischñevsky quien nos señaló con claridad el extraordinario valor e interés de la ciencia y la cultura. Algo semejante debemos decir de León íüimovsky. Recordemos a Antonio Pegoraro, un experto en mu-

sicología, en tiflología y en crítica literaria, una de las personalidades más fascinantes que hemos conocido. Entre nuestros maestros se imponen en primer término las figuras de Julio Rey Pastor, Tícente Fatone y Mischa Collar. Es un orgullo para nosotros haber ocupado -

hasta hoy- la cátedra de Filosofía de la ciencia que don Julio (por otra parte, el ver-

dadero responsable de la existencia de una auténtica matemática científica argentina) dictó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires En una .

ocasión nos manifestó a varios discípulos su deseo de que alguna vez fuéramos cono"

cidos como el círculo de Buenos Aires -por analogía con el Círculo de Viena- En cierto modo, SADAF (la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico) vino a concretar esa esperanza. En cuanto a Vicente Fatone con quien -y con Rolando García- dicta"

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,

Muchas personalidades de primera línea han influido fuertemente en nuestras ac-

tividades y conocimientos. Queremos recordar en ese sentido a José Babini, a José Luis Romero, a Risieri Frondizi, a Manuel Sadosky, a Ricardo Musso, a Osvaldo Reig, a Hans Lindemann y a Ernesto Sabato.

Agradecemos muy especialmente a Torcuata Di Tella y a Guido Di Tella por habernos invitado a participar tan estrechamente de las actividades del Instituto

mos en el Colegio Libre de Estudios Superiores uno de los primeros cursos de Lógica y Filosofía de la Ciencia desarrollados en nuestro país cabe recordar su bonhomía,

Torcuato Di Tella. En forma similar, a Getulio Steinbach y a Oscar Cornblit en rela-

su penetración su generosidad y su paciencia. Mischa Cotlar, quien fue nuestro Di-

Porto, Aldo Jorge Pérez y Nilda V. de Brigante por haber provocado y sostenido nues-

rector en el Instituto de Matemáticas de Mendoza y luego un gran amigo

tra colaboración con la Universidad de Belgrano.

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,

nos reveló

las bellezas de la matemática moderna pero también las responsabilidades éticas del ,

hombre de ciencia.

ción con el Instituto de Desarrollo Económico y Social. Igual decimos de Avelino

Deseamos recordar también aquí a Genaro Garrió, Antonio Monteiro, Alfredo Lanari, Luis Santaló, Beppo Levi (cuya cátedra en el Profesorado de Matemática de Ro-

Rolando V. García fue el gran compañero de aventuras académicas y universita-

sario tuvimos el honor de ocupar), Alberto González Domínguez, Norberto Rodríguez

rias. Nuestros seminarios sobre Russell Camap y Reichenbach constituyen aún aho-

Bustamante, Zenón Lugones, León Dujovne, Gilda Romero Brest, Oscar Dodera Luscher, Eugenio Pucciarelli, Julio H. Olivera, Hilario Fernández Long, Jorge Glusberg, Sergio Leonardo Satanovsky, René Favaloro y Ricardo Pichel (con el cual organizamos

,

ra uno de los recuerdos más importantes de nuestra vida Thomas Moro Simpson .

nos permitió asistir a algunos de los más penetrantes análisis acerca de la semántica lógica y de la filosofía del lenguaje especialmente en relación con Church, Camap y Tarski. A Eduardo Rabossi debemos nuestro conocimiento del análisis filosófico y también nuestra entrada en la Facultad de Filosofía y Letras de la Univer,

sidad de Buenos Aires.

Agradecemos a Mario Bunge el habernos introducido en la filosofía de Karl Popoer. Recordamos con complacencia haber asumido ¡a vicepresidencia de ARLYF (Asolación Rioplatense de Filosofía Científica) cuando él era el Presidente; y también la ;norme cantidad de informaciones sobre física moderna y su epistemología que nos brindó entonces. Nuestra memoria alcanza también con respeto y cariño a la notable

un inolvidable seminario de lógica matemática que duró cinco años).

No podemos agradecer suficientemente la colaboración y amistad de nuestros discípulos, entre ellos María Cristina González, Gladys Palau, Ricardo Gaeta, Alberto Moretti, Eduardo Flichman, Alicia Gianella, Diana Maffia, Ana Kunz, Cecilia Hidalgo, Raúl Orayen, María Lores Arnaiz, Antonio Castorina y Félix Schuster.

Un recuerdo y agradecimiento especial a Alberto Coffa. Un abrazo a Carlos Alchourrón, a Juan R. Larreta y a Eugenio Bulygin. Otro para los amigos que adquirimos en la Fundación Bariloche: Oscar Nudler, Raúl Hernández y Carlos Mallmann.

sersonalidad de Carlos Prélat de quien tanto aprendimos acerca de la epistemología Je ia química y de la historia de la ciencia. Heberto Puente también contribuyó a las

También para Mario Marzana, Julio Beltrán Menéndez, Miguel de Asúa y Guido Yagupsky. Y para los esforzados cordobeses Víctor Rodríguez y Horacio Faas. Nada hubiera sido posible sin el constante apoyo de la esposa e hijo del autor, Ta-

iiscusiones epistemológicas en estas áreas.

tiana y Sergio Leonardo.

,

Nuestro agradecimiento se extiende asimismo a los colegas y amigos del Instituto Gauss. A Jorge Eduardo Bosch con el que introdujimos en nuestro medio la teoría axiomática de conjuntos. A Jorge Alberto Sabato con el que tanto discutimos sobre ípistemología de la física y de la tecnología Y también a Antonio Frumento, con el ue analizamos problemas de epistemología de la biología. ,

Gregorio Klimovsky Buenos Aires, marzo de 1994

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Nuestra relación con destacados psicoanalistas nos fuerza a recordar y agradecer a notables personalidades En primer lugar, a Horacio Etchegoyen del que tanto he.

,

nos aprendido sobre la epistemología y la metodología del psicoanálisis La relación ;on Eduardo Issaharoff fue muy importante. Grupos de estudio como el constituido oor Janine Puget, Elizabeth Tabak Isabel Siquier, Delia Faigón, Marcelo Bianchedi (y colados como los ingenieros Enrique Aisiks y Gregorio Faigón) constituyen aún ahora acontecimientos inolvidables A Antonio Barrutia, Benzión Winograd Ernesto Liendo Susana Du Petit, Samuel Zysman, Aiban Hagelin, Joel Zac y David Liberman .

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iebemos valiosas informaciones y reflexiones

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La relación con Alberto Lederman fue importante en conexión con la epistemología de la ciencia de las organizaciones. A Gino Germani debemos nuestra iniciación ;n la sociología. 12

13

Prólogo

I

a significación y el impacto de la ciencia en el mundo moderno ha despertado un interés generalizado por conocer su naturaleza, sus procedimientos, su

d alcance y sus limitaciones, interés que, creemos, justifica la redacción de un

*

texto destinado a ofrecer un cuadro introductorio de la estructura y de los métodos del pensamiento científico. Por otra parte, ocurre a menudo que se tiene un concepto equivocado con respecto a las características de la ciencia, pues se la identifica exclusivamente con sus resultados y aplicaciones, y se la respeta (si es que se la respeta) de un modo un tanto abstracto en virtud del prestigio que posee la investigación científica en ciertas latitudes. Sin embargo, como trataremos de poner en

evidencia en las páginas que siguen, la ciencia es esencialmente una metodología cognoscitiva y una peculiar manera de pensar acerca de la realidad. Por tratarse de un libro de epistemología, éste es a la vez un texto científico que analiza, como objeto de investigación, a la ciencia misma, y por ello el lector encontrará aquí no sólo una descripción de algunos de los procedimientos que emplean los científicos para acceder al conocimiento sino también diversas controversias en-

tre distintas tendencias epistemológicas actuales que debaten, a veces furiosamente, la naturaleza de la ciencia, de sus métodos y de sus posibilidades. Hemos tratado de redactar nuestro libro sin adoptar de manera excesivamente unilateral ninguna actitud que contemple los intereses particulares de determinado sector o escuela y, a la vez, sin suponer del lector una formación científica o filosófica específica. Esta última afirmación no lo exime, sin embargo, de realizar el esfuerzo necesario para asimilar una temática que, si bien se desarrolla desde cero", termina por abordar cuestiones de un nivel algo más elevado y que, por consiguiente, exigen una aten"

ción más detenida.

Es curioso que la ciencia, pese a sus manifiestos éxitos cognoscitivos y prácticos, haya despertado una actitud de repudio en muchos pensadores e ideólogos actuales, quienes la consideran fuente de amenazas para el bienestar material y espiritual de la sociedad o niegan que su prestigio tenga fundamento alguno. Adelantamos desde ya que no compartimos esta opinión. Por ello y pese a que en este libro se expondrán distintos puntos de vista al respecto, quedará manifiesto que el autor simpatiza con aquellas tendencias que, si bien desde ópticas a veces francamente encontradas, admiten que la ciencia es una aventura cognoscitiva meritoria, cuyas características conviene explorar y analizar. Creemos que la ciencia tiene un perfil menos ambiguo de lo que ciertos autores de moda quisieran hacemos creer, y por ello nos parece pertinente exponerlo a la consideración de los lectores, delegando a la vez en sus declarados opositores la tarea de probar lo contrario. Nuestro texto asigna una particular importancia al análisis del método científico, entendido éste como la reunión de una gran cantidad de tácticas y estrategias empleadas por los investigadores para llevar a cabo su actividad. Sin embargo, aunque

15

la lógica la matemática y quizá las ciencias sociales utilicen metodologías un tanto ,

sui generis, las ciencias de la naturaleza suelen recurrir a una estrategia standard, el método hipotético deductivo, en el que parece radicar, pese a las acerbas críticas que le han dirigido ciertos epistemólogos contemporáneos, el éxito de disciplinas tales como la física, la química y la biología a partir del siglo XVII. De allí que la primera parte de este libro, destinada a exponer las características y peculiaridades de tal método (y a la vez ejemplos de su utilización en la práctica científica), presente una arquitectura más sistemática, orgánica e incluso accesible que la segunda, en la cual abordamos temas epistemológicos más específicos. Se vinculan éstos a tácticas de naturaleza singular 0a explicación científica, el problema de la reducción, el método axiomático de la matemática, la validez del método hipotético deductivo en ciencias sociales y en psicoanálisis, la cuestión de los términos teóricos) como así también aspectos de la polémica epistemológica desencadenada a mediados del presente siglo por autores como Kuhn, Lakatos y Feyerabend, a lo cual agregamos también algunas someras reflexiones sobre las epistemologías de Bachelard, Althusser y Piaget. Semejante espectro de temas, cuyo tratamiento sistemático exigiría la redacción de un libro mucho más extenso, nos obliga a presentarlos de un modo un tanto informativo y disperso. Debemos además advertir al lector, especialmente en relación con esta segunda parte, que ciertos tópicos que allí se tratan, tales como los vinculados con procedimientos inductivo-probabilísticos y la cuestión del realismo científico, tienen una naturaleza algo intrincada, que exigirán de él una dedicación y un esfuerzo adicionales.

Con cierta nostalgia, y en virtud de la limitada extensión que nos impusimos al redactar este libro, hemos debido eliminar la consideración de temas epistemológicos que, de hecho tienen particular trascendencia. Entre tales ilustres ignorados se ,

cuentan las cuestiones vinculadas con la fundamentación de la matemática, de la ló-

gica (en particular los problemas de la definición y de la construcción de los conceptos, cruciales para la metodología científica), de la psicología, del psicoanálisis y de las ciencias sociales. Asimismo nos hemos visto obligados a excluir el tratamiento de la obra de importantes epistemólogos mientras que a la de otros sólo hemos podido destinarle una somera reflexión (tal el caso de Piaget). Tal deuda para con tópicos y contribuciones será saldada quizás en el futuro, con la publicación de un ,

,

segundo volumen.

Se comprende que en modo alguno, debido a la naturaleza introductoria de este libro, pretendemos haber agotado el tratamiento de los problemas epistemológicos que se discuten en la actualidad, para cada uno de los cuales existe un universo de literatura especializada muy extenso y complejo. El lector que se sienta atraído por ellos tendrá que acudir a textos más específicos, centrados en determinadas temáticas, para lo cual ofrecemos al final del libro la orientación de una bibliografía seleccionada. Que recurra a ella y se interne en análisis más sutiles y elaborados de las desventuras del conocimiento científico constituiría, para nosotros, motivo de la mayor satisfacción.

El método científico

El concepto de ciencia

APISTOTEAOYX ANAAYTIKÁN PPOTEPON

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SWffíS.líiCAíLAtlCTJK.SfCTl» flSjii K,7n)MlC77lt»,AÍ4't 9«T» Aristóteles (384-322 a.C) fue el iniciador de muchas

de las reflexiones epistemológicas y metodológicas que el lector hallará en este libro.

Página de la primera edición griega de su obra (1495-1498), publicada en Venecia.

rtoo?Vííií. 0W1AVAAcíetiyo?¿ofo/ÍSttt'p)'íK-x-ríet evh AoJ oV«s¿ oVViíWK.íva)j'H5ÚotfU'jí)V,ffVMoJ< í7«í, '

evMtri&x.» /uS ) tjj>íraeri e.ctafcSt itct7Ki « profundo se vincula con el aspecto teórico de la ciencia, y la observación resulta

El paciente es invitado a recostarse en un diván, a relajarse y hacer asociaciones libres, un vagar de tema en tema sin ningún tipo de coerción...

-

Pero en este punto lo interrumpimos:

Un momento. ¿Cómo sabe usted que existen cosas tales como el diván y el paciente? ¿Cómo sabe que existen otras mentes, en particular la del paciente?

-

De tratarse de un desconocido, sin duda le causaríamos una gran sorpresa al hacerle estas preguntas. Pero se trata de un amigo, conocedor de nuestras inquietudes filosóficas, y entonces dirá:

Entiendo perfectamente lo que usted quiere significar. Pero debemos poner en claro lo siguiente: para decidir si una teoría, en este caso la psicoanalítica, es buena o mala, no tengo por qué retroceder hasta tales preguntas filosóficas básicas y cuestionar todo el conocimiento acerca de la realidad de los objetos inmediatos. Yo doy por existentes el diván, el paciente y otras mentes. Lo que debo -

ibsidiaria, como elemento de control.

considerar es si las hipótesis psicoanalíticas explican o no ciertos datos un tanto obvios de la vida cotidiana. Si cuestiono la existencia del diván o del paciente, es-

a base empírica filosófica

toy retrocediendo a un plano tan anterior de la discusión que ya el problema peculiar del psicoanálisis queda fuera de ella. Estaría poniendo en tela de juicio todo el conocimiento, para todas las disciplinas, y entonces debería ocuparme también de cuestiones tales como por qué creo en la existencia de las montañas o

e comprende que las argumentaciones para justificar un conocimiento relativo a la

de la Luna.

ona teórica serán más intrincadas que las que corresponden a la base empírica. Pe3 para abordar la cuestión necesitaremos distinguir entre tres tipos de base empíri-

a: filosófica, epistemológica y metodológica. Supongamos que una discusión acerca el conocimiento tuviera lugar en el ámbito de la filosofía. ¿Qué estaría en juego? in duda, todo el conocimiento humano. En tal caso deberíamos debatir cuestiones

lies como la justificación de nuestra creencia en un mundo exterior a la psiquis o n la existencia de otras mentes. En una palabra, si en lugar de discutir temas episemológicos discutiéramos temas de teoría del conocimiento o gnoseologia, como se a denomina en algunos círculos, nuestra distinción se establecería entre aquello cu0 conocimiento no deja la menor duda y aquello que, pese a que intuitivamente paece estar frente a nosotros, merecería una justificación filosófica. Deberíamos fundanentar, por ejemplo como exigen muchos filósofos, nuestra creencia en que existen os objetos físicos. Si se denomina base empírica filosófica al conjunto de todos los latos indubitables aun para los filósofos se comprende que esta reunión de objetos Y entidades sería mucho más restringida que la que corresponde a la base empírica '

,

,

de la ciencia. Los filósofos dudan de muchas más cosas que aquellas de las que dudan los episteinólogos. Si se quiere comprender mejor la diferencia permítasenos imaginar una situación en la que un psicoanalista amigo quiere convencemos de que de la teoría psicoanalítica deriva un procedimiento terapéutico muy eficaz para la cura de determinada neurosis. Para ello nuestro amigo comienza a describir la situa,

Esta respuesta de nuestro contertulio es totalmente adecuada. Ya señalamos que

los problemas que se plantea la filosofía no son exactamente ¡os que se plantea la epistemología, pues los epistemólogos no pretenden criticar y fundamentar todo el conocimiento. Para ellos el tema es por qué tenemos que admitir una teoría científica desde el punto de vista más o menos sensato del sentido común de nuestra actividad cotidiana y del lenguaje ordinario. Por ello, el problema de la base empírica filosófica, como hemos llamado al conjunto de datos que para un filosofo están fuera de discusión, no es un tema que importe especialmente a los propósitos de la epis-

temología y por tanto de este libro. Es interesante señalar que no todos los filósofos comparten la convicción de que existe una base empírica filosófica, pues, en general, tal tesitura es considerada fundamentalista. Si bien en algunas etapas de la historia de la filosofía, especialmente en la época de auge del empirismo y del idealismo, se tomaban entidades tales como la sensación y la percepción a modo de ejemplos de lo que constituiría una base empírica filosófica, muchos filósofos pensaban que en realidad no hay datos seguros en parte alguna del conocimiento. De acuerdo con estos críticos, el resultado de la actividad filosófica se parece más a una descripción de las interacciones entre las distintas partes de la realidad y de nuestros tipos de conocimiento, que a un edificio ,

construido desde ciertos cimientos hacia las alturas.

ción en el proceso analítico:

36

-

37

La base empírica epistemológica

lidad de dato y lo que simplemente se considera el resultado de una experiencia cotidiana sin interés para la ciencia.

En determinado momento de la historia ciertas comunidades humanas comenzaron a constituir la ciencia a efectuar descubrimientos y a construir teorías. Indudablemente este proceso se origina como cualquier otro tipo de proceso de conocimien,

,

La base empírica metodológica

,

to, en el análisis de fenómenos de la vida cotidiana y del comportamiento de los grupos sociales. En cierto sentido, puede afirmarse que la ciencia es un fenómeno sociológico vinculado al desarrollo de la historia Pero cuando el proceso de constitución de la ciencia adquiere un carácter sistemático y ello acontece con singular energía a partir del siglo XVII se advierte que el punto de partida de los científicos son datos obtenidos de la experiencia cotidiana a los que se trata de réinterpretar y extender en términos que van más allá del conocimiento vulgar. Desde esta perspectiva, los datos de la base empírica son aquellos que cualquier persona puede obtener de la vida cotidiana con el auxilio del lenguaje ordinario y que están por tan"

A medida que se desarrolla la ciencia, se incorporan al conocimiento científico numerosas teorías e instrumentos de observación. Unas y otros están estrechamente vinculados. Aceptar los datos que nos proporciona un instrumento implica a la vez

.

,

aceptar una teoría acerca del mismo. En estas circunstancias ocurre que, cuando uti-

,

,

,

to provistos ya de un suficiente poder de conceptuación básica A partir de ellos el científico tratará de formular suposiciones que involucran entidades de la zona teó.

,

rica y que permitan justificar nuestras creencias y explicar las regularidades que hallamos en la vida cotidiana.

.

lizamos el instrumento o a veces meramente una teoría, hablamos de observación ,

en un sentido más amplio que el que hemos descrito a propósito de la base empírica epistemológica. Quizá sea conveniente ilustrarlo nuevamente con un ejemplo imaginario. Ahora no es un psicoanalista sino un biólogo quien conversa con nosotros. Nos invita a mirar a través del microscopio y nos dice: -

Ha llegado oportunamente. Fíjese qué interesante célula se puede observar en

este momento.

Estamos, pues, en presencia de un tipo de base empírica que ya no tiene un ca-

rácter filosófico como la anterior y a la que llamaremos base empírica epistemológica

.

En ella se incluyen los datos obtenidos en la vida cotidiana de la manera antes indicada y la zona teórica será, en este caso, todo aquello que la discusión científica de-

Acercamos el ojo al ocular del microscopio y luego de una cuidadosa inspección replicamos:

,

berá justificar a través de inferencias o también usando las propiedades de instrumentos y teorías de las que se vale para obtener conocimiento El lector reconocerá que nuestra distinción entre objetos directos e indirectos, presentada al comienzo de este capítulo presupone la adopción de una base empírica epistemológica y no filo.

,

sófica. Conviene insistir

además, en que esta base empírica antecede al uso de cualquier teoría científica, porque un epistemólogo, como señalamos en el capítulo ante-

,

vestigador y que son tácitamente utilizadas como auxiliares de la investigación que se está llevando a cabo. Cuando se aplica a un objeto teórico implica que no perte,

nece a la base empírica epistemológica y que su conocimiento es indirecto segura,

mente facilitado por teorías e instrumentos. Esta nomenclatura es razonable porque ,

Disculpe usted, pero yo no creo estar observando ninguna célula. Lo que veo

es una mancha luminosa, de forma más o menos circular, ligeramente hexagonal

,

en la que se advierten algunas rayitas grises que parten de los vértices de

la figura.

,

rior, pone en duda todas las teorías científicas y analiza criticamente los procedimientos de validación o justificación de las mismas. Desde ya, el lector debe quedar advertido de que las palabras teórico y teoría se utilizan con distintos significados que luego analizaremos. Nosotros hablaremos de marcos y presupuestos teóricos para referimos a las teorías ya admitidas por el in-

en cierto modo

-

,

los datos de la base empírica epistemológica son independientes de

los marcos teóricos. También es verdad que el desarrollo cultural y la experiencia fáctica ensanchan y aun alteran nuestra base empírica ordinaria Tal vez por razones culturales no admitiríamos como datos muchas cosas que se admitían como tales en la antigüedad. Por otra parte en la vida cotidiana aparecen datos que un científico .

,

no estaría dispuesto a tomar en cuenta y registrar en el curso de una investigación

.

La cuestión es del mayor interés y la discutiremos más adelante Habrá que estable-

Como en el caso del psicoanalista, nuestro comentario causaría a un desconocido cierta perplejidad. Pero el biólogo está informado acerca de nuestras obsesiones y por ello responde:

Lo que usted describe, la mancha luminosa percibida a través del ocular del microscopio, es un dato epistemológico, es decir, un elemento de la base empírica epistemológica. Pero la célula de la que hablo no es un dato sino que está inferi-

-

da. La inferencia se debe a que yo, como biólogo, acepto sin discusión la teoría

que legitima el uso del microscopio, y que ha sido justificada y aceptada por la disciplina llamada óptica. Presupongo la óptica y en particular la denominada "teoría de los sistemas ópticos centrados". Según esta teoría, la mancha luminosa es una imagen que se corresponde con un objeto, isomórfico a la mancha, de tamaño muchísimo menor y que se halla en el objetivo. A ese objeto inferido lo llamo célula. Reconozco que estoy haciendo una inferencia con el recurso a una teoría,

pero yo no cuestiono la física. Por tanto, acepto que la célula está presente, que la estoy observando y que estoy hablando acerca de ella.

.

cer ciertos requisitos adicionales para discriminar entre aquello que se admite en ca-

39

Es evidente que la respuesta del biólogo es totalmente sensata y que se aplica a aciones que se presentan continuamente en el transcurso de una investigación

ttífica. Si inspeccionamos los textos de física elemental comprobamos que en dios de ellos, los datos a partir de los cuales se considera que la física comien,

i constituirse son presentados como obtenidos a través de instrumentos tales cobalanzas, densímetros reglas de medir, cronómetros, etcétera. A veces, para inir o justificar leyes como la de Boyle-Mariotte que rige el comportamiento de ,

,

gases en ciertas condiciones, se miden presiones, volúmenes y temperaturas, y s resultados de las mediciones también en este caso se los llama datos Pero .

;uno

de ellos es un dato empírico en sentido epistemológico pues se presupone i su obtención el uso de algún instrumento y la teoría que lo justifica En este i serían datos epistemológicos el instrumento en sí mismo como objeto, el lugar :oincidencia entre el nivel de un líquido y una raya en el densímetro o la coinnda entre una marca de una regla y el extremo de una barra. Pero si no dispoos de una teoría que legitime el funcionamiento del instrumento de medición :11o de lo que se está hablando no es directamente observable y un ignorante o niembro de una cultura diferente a la nuestra no estaría en condiciones de capsemejante tipo de datos en condición de tales Qué ocurre en esta circunstancia? Estamos ante una situación más ligada a la )dología que a la epistemología pues el científico acepta sin discusión una serie íorías presupuestas que empleará para su investigación. Su propósito es obtener ,

.

,

,

,

bito de lo empírico y el ámbito de lo teórico tienen una importancia crucial, y en la jerga epistemológica se los llama reglas de correspondencia o bien, si se quiere poner el énfasis en su carácter hipotético, hipótesis puente. Quien ha aceptado ya ciertas teorías, como la teoría óptica que fundamenta el uso del microscopio en el caso

de nuestro biólogo y, en general, quien ha aceptado ya cierto tipo de leyes científicas, presupone que existen reglas de correspondencia de la forma A si y sólo si B", donde A es el componente empírico y i? es el componente teórico. Con ello no queremos decir que A y B tengan igual significado. El enunciado A si y sólo si B" es la admisión de que cuando está presente aquello que describe A en la base empíri"

"

ca también está presente lo que describe B en la zona teórica y viceversa.

En el caso del microscopio, el biólogo que afirma estar observando una célula hace en realidad un razonamiento que tiene dos premisas y una conclusión. La primera premisa es la regla de correspondencia A si y sólo si B". La segunda es una "

premisa empírica que puede denominarse premisa dato: afirma A, es decir, en nuestro ejemplo la presencia de la mancha vista a través del ocular. Ahora bien, hay una regla de razonamiento correcta, conocida desde la antigüedad con el nombre de modus ponens, una de cuyas variantes tiene la siguiente forma: ,

A si y sólo si B

.

A

,

por consiguiente: B

os conocimientos a partir de aquellos de los que dispone. Las teorías aceptadas rmiten inferir conocimientos que nuestro científico considera datos en un senque ya no es epistemológico sino metodológico. Por eso dichos datos, obtenicon el recurso a ciertas teorías que no se cuestionan forman parte de la llamaase empírica metodológica. :

,

,

Is interesante analizar la estructura lógica de la estrategia empleada por el cieñen situaciones como las que estamos analizando En el caso del microscopio ólogo conoce una ley: "Percibo una mancha a través del ocular si y sólo si hay bjeto mucho más pequeño pero isomórfico en el objetivo" Su forma lógica es .

,

.

juiente:

fluí A resume una descripción hecha en términos que aluden a la base empíri)istemológica. Se refiere a la mancha en el ocular y en general a cualquier dalistemológico obtenible por observación directa a través de la experiencia En lio B describe lo que sucede en la zona teórica e involucra entidades tales co;n el caso del microscopio el objeto pequeño en el objetivo que no puede versimple vista. En general B tratará acerca de magnitudes tales como la presión densidad, cuyos valores son obtenidos por medio de instrumentos y pertenecen anto, a la zona teórica. Desde el punto de vista lógico el enunciado "A si y só,

,

.

,

,

,

,

,

"

sea verdadera, B, la conclusión, tendrá necesariamente que ser verdadera también. En el caso del microscopio, "A si y sólo si B" es la regla de correspondencia que vincula la mancha con el objeto microscópico en virtud de una teoría óptica aceptada, mientras que la segunda premisa A expresa el dato de que está presente la mancha en el ocular; entonces, por la sola existencia de la regla llamada modus ponens, B

,

la presencia en el objetivo' del objeto llamado célula, tiene que ser admitida. No queremos decir de modo alguno que un científico procede en situaciones co-

mo ésta haciendo conscientemente el razonamiento. Hemos puesto en evidencia lo

A si y sólo si B

B

regla que se justifica porque, si se admite la equivalencia entre A y B, cuando A

es una equivalencia que garantiza la verdad de B si A es verdadero y la

id de A si B es verdadero. En este caso el enunciado vincula la descripción ,

go que se conoce en la base empírica con algo relativo a la zona teórica. Coeremos más adelante, los enunciados que establecen una relación entre el ám-

que en realidad acontece en forma totalmente automática: el razonamiento está implícito y lo que se tiene es B como una suerte de resultado instantáneo de contar con la regla de correspondencia y la premisa dato. De manera epistemológicamente incorrecta pero muy adecuada desde el punto de vista práctico, conviene, y así lo hacen los científicos, extender el sentido del término observación y admitir que se es-

tá observando lo que se describe en B: observamos la célula. Cuando nos refiramos a la base empírica metodológica diremos que hemos hecho una observación en sentido amplio o extenso, para distinguirla de la que describimos a propósito de la base empírica epistemológica y que de aquí en más denominaremos observación en sentido estrecho.

a observación en sentido amplio

antes, es decir, nuevos datos que se entienden como tales a condición de no cues-

a la inmensa mayoría de los casos, la observación científica es observación en sen-

tionar las leyes en las que nos hemos basado para inferirlos desde la base empírica epistemológica. Pero entonces surgen nuevos problemas en la base empírica metodológica, y aparecen nuevas teorías para solucioftarlos y nuevas reglas de correspon-

do amplio, lo cual indica que la labor empírica de los científicos siempre presupoe implícitamente un marco teórico constituido por todas aquellas teorías ya aceptaas por la comunidad científica y que en el momento de la investigación se consi-

eran fuera de discusión. Pero algo similar ocurre en nuestra vida cotidiana. Deciios que observamos un libro, pero, sin embargo, en una teoría rigurosa de la perepción deberíamos admitir que lo que vemos en realidad son tres cuadriláteros de istinta textura que convergen en un vértice. Nadie duda sin embargo que estamos bservando un libro. Porque en toda nuestra experiencia anterior, cotidiana, en la ue hemos incorporado un notable conocimiento geométrico de la realidad y tamién leyes acerca del aspecto de ciertos objetos, hemos aprendido que, toda vez que

dencia del tipo "A si y sólo si B", donde A atañe a lo empírico u observacional en sentido amplio, y B a nuevos tipos de observación ampliada dando lugar a una segunda base empírica metodológica, y así sucesivamente. El resultado semejaría una estructura de capas de cebolla cuyo núcleo estarla constituido por la base empírica epistemológica BEE y cuyas capas representarían las sucesivas bases empíricas ,

"

"

,

metodológicas, BEMj, BEM2, BEM3..., que se proponen a medida que evoluciona la investigación científica. (Véase la figura.)

stán presentes esos tres cuadriláteros, estamos ante un paralelepípedo y que si, demás, la cara de mayor superficie tiene ciertas inscripciones y las otras dos están urcadas por finas rayas, entonces nos hallamos en presencia de un libro. Esta sea la regla de correspondencia A si y sólo si B". Y ella, junto con el dato A de que stamos ante esas caras con esas particularidades, nos permite inferir B, es decir, "

BEM

BEM

ue tenemos delante un libro. Se trata de una experiencia tan común que resulta al-

BEM 1

o ridículo preguntar ante qué estamos o qué observamos. La respuesta será inva¡ablemente "un libro", porque damos por sentada esa inferencia que nos lleva des-

/

\

e el dato empírico perceptual hacia el objeto físico. La cual, desde luego, no podría er realizada por alguien que no esté habituado a tratar con libros. Todo esto muestra que, desde un punto de vista filosófico o epistemológico, el onocimiento de lo que llamamos objetos físicos en nuestra experiencia cotidiana se ifiere a partir de datos perceptuales. En el mismo sentido, en ciencia, los datos de

i base empírica metodológica son inferidos a partir de los datos de la base empíria epistemológica. Es muy justificable, por tanto, que se emplee la palabra observaión en sentido amplio: en términos metodológicos", el científico habla de observacioes y datos aunque no formule las distinciones correspondientes, pues lo hace en el f

lismo sentido en que lo hacemos nosotros cuando afirmamos observar libros, obescos, ilósofos u otros objetos físicos. Como consecuencia de la distinción entre una base empírica epistemológica y

tra metodológica, se origina una situación que afecta al modo de conocimiento de 3s objetos, y en particular a su observación. Consideremos en primer lugar la base mpírica epistemológica, en la cual situamos los datos que no hacen uso de teorías instrumentos, y que serían, en principio, accesibles a la inspección directa. Debio a los problemas que se plantean en esta primera base empírica, en algún molento del desarrollo del conocimiento surgieron las primeras teorías científicas báicas con fines explicativos de esta peculiar realidad. Estas teorías proponían leyes el comportamiento de la realidad en esa base empírica y, aceptadas que fueron, oriinaron reglas de correspondencia del tipo "A si y sólo si B", donde A corresponde 1 aspecto empírico y B al aspecto teórico. A partir de ellas fue posible extender las bservaciones y constituir una primera base empírica metodológica, ta observación n sentido amplio permitió por tanto disponer de más objetos que los que se tenía

2

A propósito de esta concepción caben dos comentarios. Algunos epistemólogos se oponen a la visión fundamentalista de la ciencia, según la cual ésta se desarrolla ,

por etapas y cada etapa funda las anteriores, y por tanto objetarían la pretensión de encontrar en la historia de una ciencia los pasos de crecimiento que señalamos anteriormente. Ellos dirían que las ideas científicas se entrecruzan entre sí constante-

mente de una forma tal que, en lugar de una estructura estratificada como la que hemos propuesto correspondería hablar más bien de un entretejido algo confuso de hipótesis, teorías y distintos puntos de vista coexistentes. Nuestra creencia sin embargo, es que tal estratificación es posible, y que ello se pondría en evidencia a tra,

,

vés de una interesante labor de la historia de la ciencia no entendida en términos ,

de lo que exactamente ha pasado sino de lo que habitualmente se llama una "reconstrucción racional del desarrollo científico. Una investigación de esta naturaleza "

daría cuenta efectivamente de cómo se ha constituido la observación científica a lo

largo de la historia y permitiría mostrar la pertinencia de la estructura en "capas de cebolla que hemos presentado. Una segunda acotación que corresponde señalar es que las teorías científicas no son inamovibles. A veces tienen corta vida y son reemplazadas en su momento por otras, ya se trate de un simple perfeccionamiento de "

las existentes o bien de sustituciones revolucionarias constituidas a partir de ideas ,

43

"

"

nuestra, lo cual no siempre es evidente, que los cambios teóricos en la historia de en la pérdida de todo aquello que se admitió como observación hasta ese momento. El campo del psicoanálisis es particularmente adecuado para ilustrar este punto, puesto

la ciencia pueden no ser meramente tales, sino que pueden incidir también

que en él las teorías son más cuestionables y coexisten muchas teorías rivales. Puede ocurrir entonces que aquello que se consideraba como observación clínica en de terminado momento deba dejar de serlo simplemente porque la teoría involucrada en la observación ha sido descartada. Sin embargo, episodios de esta naturaleza tam-

bién se han presentado en el campo de las ciencias más rigurosas. En los años inmediatamente posteriores a la formulación de la teoría electromagnética por James Clerk Maxwell, muchos físicos pensaban que la observación de fenómenos electro-

magnéticos era en rigor observación de las propiedades de un medio material llamado éter. Pero luego las teorías clásicas del electromagnetismo fueron descartadas, el concepto de éter desapareció de la física y por tanto ya no se pudo afirmar que se

lo observaba o que se observaban algunas de sus manifestaciones. Ocurre que la noción de observación en sentido extenso y la de objeto teórico propuesto por una teo-

ría para explicar la realidad están estrechamente vinculadas. Nuestra distinción ini-

cial entre objetos directos y objetos teóricos, al comienzo de este capítulo, era una

(por ejemplo, la ley de Ohm) y se avanzó un paso más: se introdujeron los campos eléctricos y los electrones para explicar entre muchas otras cosas, por qué se pro,

duce la comente eléctrica. No cabe duda de que el desarrollo científico acontecido desde las primitivas observaciones de atracción y repulsión entre cuerpos previamente frotados, hasta la teoría de las corrientes eléctricas y de los circuitos en general ,

y de aquí a su vez a las teorías de campo o a las teorías electrónicas ilustra preci,

samente lo que la figura pretende mostrar en cuanto a las sucesivas ampliaciones de la base empírica. Pero la situación también se presenta en muchas otras disciplinas y no sólo en la física. En biología, la admisión de la estructura celular para explicar la conformación de los seres vivos no se logró hasta que los biólogos contaron con el microscopio. Pero una vez que se hizo la ampliación los estudios a nivel celular y los problemas involucrados en ellos llevaron al desarrollo de teorías como la genética. Entonces en sentido amplio, pudo decirse que se observaron los genes Es ver,

,

.

dad que, con el progreso de la técnica los genes pudieron ser observados luego con ,

la ayuda de microscopios electrónicos o de los rayos X pero esta nueva manera de observación sigue siendo un elemento de la base empírica metodológica No obstante, la situación es diferente. La observación indirecta de los genes presuponía una sola teoría, la teoría genética mientras que la utilización del microscopio electrónico ,

.

,

o de los rayos X implica la aceptación de importantes y significativas teorías de orden ísico. Estas teorías presupuestas ya han sido aceptadas por la comunidad cienf

otalmente novedosas y hasta incompatibles con las anteriores. Siendo así, la estraccapas de cebolla puede de pronto corromperse, por ejemplo cuando en el livel de una de las capas se descubre la inadecuación de alguna teoría. Todo esto ura de

tífica, por lo cual un tanto paradójicamente, resulta más confiable como dato esta úl,

distinción a la vez epistemológica y ontológica, pero desde el punto de vista del

tima manera de observar los genes que la primera Un físico o un biólogo típicos no

aquello de lo que allí se habla efectivamente existe. Para la construcción del conoci-

dirían ante el solo empleo de la teoría genética para elaborar mapas cromosómicos que realmente están observando los genes, en tanto que estarían muy dispuestos a

avance del conocimiento lo referente a los objetos teóricos es problemático: no todo

miento es materia de conjeturas qué objetos teóricos hay y cuáles no hay y, como veremos más adelante, ciertos objetos teóricos que en determinado momento son ad-

mitidos pueden desaparecer en un momento posterior*.

conceder que así es cuando se les muestren placas obtenidas mediante el uso del microscopio electrónico.

Algo similar podría afirmarse de los átomos o de las partículas subatómicas No podemos afirmar, desde el punto de vista epistemológico, que observamos la trayec.

La historia de la ciencia muestra que efectivamente, en distintas disciplinas ha

acontecido el proceso dé constitución de sucesivas bases empíricas metodológicas que hemos mencionado reiteradamente. Cuando se prestó por primera vez atención a los fenómenos eléctricos, los objetos de la base empírica eran barras de ebonita o

azufre previamente frotadas con paños de lana, trocitos de corcho, péndulos construidos con hilos y bolitas de médula de saúco. El comportamiento de esos cuerpos, sus atracciones y repulsiones mutuas, generaron distinto tipo de problemas. Había que explicar tales atracciones y repulsiones, para lo cual se propusieron, en el siglo XVIII, teorías que involucraban entidades tales como la carga eléctrica Las barras y los trozos de corcho eran, sin duda, objetos de la base empírica epistemológica, "

"

.

mientras que la carga eléctrica era un objeto teórico. También lo eran ciertas magnitudes tales como la corriente eléctrica o la diferencia de potencial. Pero entonces se formularon las primeras teorías y leyes que vinculan entre sí esas magnitudes "

.

"

toria de una partícula alfa en una fotografía tomada en una cámara de niebla Aquí los datos epistemológicos son rayas blancas quebradas, a veces un tanto curvas y espirales sobre fondo negro. Pero por las razones explicadas el físico tiene derecho a afirmar dado el grado de evolución de la física y por la adopción de una base em.

,

,

,

pírica metodológica suficientemente ampliada, que observa en la fotografía la trayectoria de una partícula alfa Análogas consideraciones se aplicarían al caso en que se .

utilizan rayos X para detectar la estructura atómica y molecular de los cristales Se obtienen fotografías en las cuales se percibe una serie de manchas simétricamente ubicadas. ¿Corresponde o no afirmar que se están observando átomos? En reali dad, muchos epistemólogos y recordamos especialmente a nuestro amigo Heberto .

-

,

Puente, un gran físico-químico argentino se negaban terminantemente a admitirlo Otros se extrañaban ante esta negativa pues decir que se observan átomos ante una ,

.

,

fotografía es un modo de hablar habitual en el trabajo científico cotidiano ¿Cómo se explica esta controversia? Evidentemente Puente actuaba como un epistemólogo de .

*

El término mitológico es utilizado en filosofía en relación con el problema de cuáles* son los tipos

o clasificaciones categoriales más generales que corresponde hacer con las enüdades. Nosotros utilizaremos esta palabra para diferenciar cuestiones vinculadas al uso del lenguaje empleado para reff

rirse a las entidades de aquellas que surgen cuando se discute la existencia de las mismas.

44

,

la química

,

y para él de ninguna manera se podía aceptar que había observación

de átomos en sentido epistemológico Los contendores, en cambio procedían metodológicamente usando un complicado marco teórico para justificar lo que ellos 11a.

,

,

45

aban observación, pero en este sentido tenían razón también ellos: indudablemense

"

"

ven

los átomos. A medida que las teorías científicas se enriquecen, o apare-

a nuevas teorías cada vez más potentes, es evidente que la observación en sentii amplio se hace cada vez más posible. No queremos sin embargo que el lector interprete que la noción de observación i sentido metodológico se vincula siempre con el uso de instrumentos o artefactos cnológicos, porque esto llevaría al malentendido de que la observación en senti> amplio está ligada a la tecnología. En realidad la clave de lo que estamos diciendo n las teorías científicas, que proporcionan las leyes o reglas de correspondencia :1 tipo "A si y sólo si B". Consideremos nuevamente el campo del psicoanálisis. No en este momento nuestra intención discutir cuál es la situación epistemológica 4 psicoanálisis y daremos por aceptado, como lo haría un terapeuta, que ciertas orías en dicho campo están ya fuera de duda. Pensemos entonces en un psicoanata que acepta la teoría de Freud sobre la existencia de un superyó, una de las insacias de la estructura del aparato psíquico, que se constituye en nuestro sujeto psilógico por la acción de muchos factores extemos, y especialmente por la influen.

i paterna. Quien acepte una teoría semejante dirá que el superyó, esta instancia

tema, tiene peculiares formas de actuar. Por ejemplo, aceptará lo siguiente: "Un inviduo deja de realizar una acción que despierta su interés y le produce gozo si y lo si el superyó tiene características persecutorias y crueles contra la otra instani principal del sujeto el yo". Ahora bien, puede suceder que, en un momento derminado, un individuo no actúe del modo en que debiera para lograr algo en lo te tiene mucho interés. Es el caso, no tan infrecuente, de la persona que desea incisamente obtener una cátedra universitaria y no se presenta a concursar. El miso no sabe muy bien por qué procedió de esa manera. Sin el marco teórico del psianálisis, lo único que se advierte es que el individuo, por razones inexplicables, trocedió en el momento más crítico de la situación. Pero el psicoanalista dispone ; la ley que ha aceptado en su marco teórico, su "A si y sólo si B", es decir, la lación entre ¡a conducta inhibida del individuo y la acción persecutoria y cruel de figura paterna expresada en su superyó. Entonces, haciendo otra vez la deducción tomática y simultánea, a partir de "A si y sólo si B" y A, concluirá B, es decir, te el superyó está actuando. Esto le permite al psicoanalista hablar de una manemuy intrigante para un epistemólogo, pues aducirá estar observando cómo el sujyó persecutorio del sujeto lo está inhibiendo. Quien no adopte el marco teórico ;! psicoanálisis se sentirá perplejo y se preguntará cómo diablos se puede observar jjo semejante a un superyó. Pero el psicoanalista dirá que lo observa con él mis,

,

o derecho con que un físico afirma observar los átomos o un biólogo las células. La observación en sentido metodológico no depende de instrumentos como ,

uestra el ejemplo anterior, sino de las leyes de las cuales se disponga. Esta misma nación puede acontecer en ciencias sociales y en política. No hay instrumentos ;nológicos en estas ciencias comparables a los que disponen el fisico o el biólogo.

) es que no los haya en absoluto, pues en cierto sentido los trabajos de campo y ;

encuestas en sociología son un recurso tecnológico, pero no se pueden aplicar en

das las circunstancias ni son, en cuanto a Habilidad, instrumentos similares al mi-

oscopio. Lo que no falta en sociología son teorías sociológicas. Ante un suceso ob-

servable, en el sentido de que se pueda obtener información acerca de él a través de los periódicos o de la experiencia cotidiana (una huelga, un episodio violento, un tumulto), el sociólogo, en el seno de determinada teoría, podrá decir con toda naturalidad que está observando la presencia de una lucha de clases. Pero en su teoría deberá existir una adecuada regla de correspondencia del tipo "A si y sólo si B" co-

mo en los casos del psicoanalista y del biólogo. También aquí habrá que preguntarse cuál es el valor del marco teórico que está empleando, pero esa es harina de otro costal. Para quien considere la aceptación de la teoría sociológica como problema ya resuelto, su observación en sentido amplio es tan legítima como la que ocurre en el resto de las disciplinas.

Requisitos de la observación científica Salvo que indiquemos lo contrario, cuando mencionemos en este libro a la base empírica de la ciencia nos estaremos refiriendo a la base empírica epistemológica. A

propósito de ella, ya anticipamos que no todo aquello que en principio se ofrece como elemento de la base empírica será considerado un dato por el científico. La ba-

se empírica para la construcción o justificación de la ciencia debe cumplir algunos requisitos adicionales, aunque es materia de controversia determinar con precisión cuáles han de ser. Consideraremos a continuación tres de ellos: los que se han llamado de efectividad, de repetibilidad y de intersubjetividad.

Efectividad

El requisito de efectividad exige que la verdad o la falsedad de la afirmación sobre el suceso o el aspecto de la base empírica a los que nos estamos refiriendo pueda, en principio, ser dirimida en un número finito de pasos. De no ser posible, no aceptaría-

mos el presunto dato como un dato científico. Lo llamamos requisito de efectividad porque presupone algún método efectivo, como suelen denominar los lógicos, matemáticos e informáticos a todo algoritmo que "decida por sí o por no". Aquí no se trata de un algoritmo sino de la posibilidad de observación. ¿Podríamos, por ejemplo, tomar como dato de la base empírica el grado de luminosidad en el Sol en este momento?

En principio, sí. Pues si se afirma que dicho grado de luminosidad es tal o cual, podremos decidir la verdad o falsedad de la afirmación realizando la observación en cier-

tas condiciones, si no hay perturbaciones tales como la interposición de nubes o eclipses. Este sería un ejemplo de dato de base empírica aceptable por la ciencia. Si la pregunta fuera si la luminosidad de una estrella que está detrás de la nebulosa Cabeza de Caballo tiene tal o cual grado de luminosidad, en este momento, con las posibilidades técnicas de observación no podríamos responderla, porque no podemos abandonar nuestro punto de vista terrestre; esa nebulosa oscura se interpone y no nos deja ver qué sucede con la estrella. Los datos de luminosidad serían aceptables para la base empírica filosófica porque, en principio, si uno pudiera trasladarse a otro lugar del universo podría observar esa luminosidad, pero en la actualidad ello es inaccesi-

47

Me. El requisito de efectividad está vinculado a la cuestión coyuntura! histórica de qué posibilidades técnicas y vivenciales tenemos para producir la experiencia de observación. Mucho de lo que no era observable en sentido epistemológico años atrás ahora lo es, por ejemplo las montañas de la cara oculta de la Luna. Anteriormente señalamos la importancia de la base empírica como elemento de control, para dirimir por sí o por no lo insinuado por la teoría. Aquí el requisito de efectividad encuentra una dificultad que vamos a denominar provisoriamente la vaguedad o imprecisión de los objetos reales. Estos tal como se nos presentan a tra"

"

,

,

vés de la experiencia no parecen tener límites definidos, lo cual se manifiesta cuan,

do los percibimos o captamos; en este sentido el problema puede radicar en determinar, por ejemplo, si la aguja de un dial coincide o no con una raya de la escala. ,

..

Hay que admitir que a los efectos de la experiencia no hay límites precisos y es perfectamente posible que acontezca una situación en la que no se pueda decidir fácilmente si la aguja coincide o no con la raya. Como se suele decir en materia de lu-

minosidad, parece que hubiera situaciones de penumbra. Más que a ninguna otra cosa, esta circunstancia afecta a la teoría de la medición Resulta que, debido a las limitaciones señaladas a las imprecisiones de las marcas a las imperfecciones en el pulimiento o el diseño de los instrumentos llega un momento en que no podemos con.

,

,

,

te? Puede ser útil en este punto recoger una idea de Popper que no ha sido en general debidamente apreciada: su distinción entre acontecimiento y evento. Tanto un acontecimiento como un evento se refieren a algo que sucede y no a objetos, pero nuestra concepción de la base empírica no involucra solamente objetos sino también sucesos. Un determinado suceso tiene lugar y fecha. Si en este momento arrojamos una moneda al suelo, el acontecimiento, el suceso, es la caída de la moneda, aquí

en Buenos Aires, en tal dirección, en tal habitación y a tal o cual hora. Es evidente

que si volvemos a arrojar la moneda, el lugar será el mismo, salvo que nos hayamos trasladado, pero la fecha será otra. El primer acontecimiento no es idéntico al segundo y no tiene ningún sentido hablar de la repetición de un acontecimiento a secas, porque un acontecimiento no se repite, tiene lugar en su instante y lugar en el espaciotiempo. La teoría de la relatividad pone el énfasis justamente en esta idea de que la descripción del mundo se haga sobre ia base de sucesos que estén ubicados en el espacio y el tiempo, y la tendencia a describir procesos como cadenas de tales acontecimientos parece bastante acertada, pero ellos no son repetibles. Lo que ocurre es que hay acontecimientos que tienen cierta similitud y otros que no la tienen: una moneda que cae no es similar a una explosión, al nacimiento de Napoleón, a la aparición de una nova o a la renuncia de un presidente. En este sentido, pro-

poder decidir dónde exactamente. Generalmente la vaguedad conspira contra la efec-

pone Popper, las familias de sucesos semejantes en algún respecto se pueden llamar eventos. De acuerdo con esta propuesta, un mismo acontecimiento puede formar parte de muy distintos tipos de eventos, según el aspecto en que se ponga el énfasis. La renuncia de un presidente puede ser un hecho revolucionario pero también un

tividad sólo hasta cierto grado pero en algunos casos la cuestión puede ser asunto de vida o muerte. Para decidir si el espacio físico es euclideano o no euclideano hay

drama familiar. Un evento sí es repetible, pues es una familia de acontecimientos de un mismo tipo. Si un evento es la caída de monedas, los acontecimientos anteriores

que establecer por ejemplo si la suma de los ángulos interiores de un triángulo es

serían dos casos particulares del mismo. De acuerdo con esta distinción, la recomendación de que sólo se tengan en cuenta circunstancias repetibles para que los

testar "por sí o por no" la pregunta acerca de la coincidencia de la aguja y la raya

.

Decir que una medida es 14 57 nos deja en la duda de si la parte decimal es 57 ó 58 porque estaríamos aparentemente a mitad de camino entre dos rayas de la escala sin ,

,

,

,

igual a 180° o no. No existe ningún procedimiento instrumental que pennita dar una

respuesta absolutamente precisa. Aun empleando un triángulo geográfico muy grande, los mejores instrumentos dirán por ejemplo, que la suma de los tres ángulos es ,

igual a 179° 59' 59 983". Como consecuencia no podremos discriminar entre dos po,

,

sibilidades: si se trata de una medida exacta que demuestra que el triángulo es no euclideano o si estamos dentro de los límites de imprecisión de los instrumentos y nada podemos decidir. Por consiguiente el requisito de efectividad está limitado por ,

la vaguedad ontológica de los objetos reales que induce restricciones en los procedimientos de medición o de captación de nuestras observaciones ,

.

científicos las incorporen a su acervo de conocimiento debe expresarse con mayor precisión. Lo que se quiere decir es que deben ser tomados en cuenta únicamente acontecimientos que correspondan a eventos repetibles. De otro modo el acontecimiento no tendrá interés científico.

Este requisito así planteado origina muchos problemas. Hay ciencias que cuentan con eventos repetibles, o por lo menos repetidos, como es el caso de la astronomía. Una gran familia de ciencias, a la que pertenecerían la física, la química, la biología y algunas otras, tendrían la posibilidad de formular teorías que proporcionen leyes, porque la repetibilidad es lo que permite establecer correlaciones, pautas constantes de acontecimientos, etcétera. Pero existen disciplinas donde esta circunstancia no ocurre, o bien ocurre de manera muy parcial. Un ejemplo es la historia.

Repetibilidad

¿Hay aquí eventos interesantes repetibles? Una objeción que se suele formular conUn segundo requisito para la observación científica es el llamado "de repetibilidad": afirma que los datos que importan a la ciencia deben tener la posibilidad de ser repetidos. Un dato único, irrepetible, no inspira confianza, porque puede estar perturbado o ser el fruto de una conjunción casual de circunstancias Pero si es repetible

tra una aproximación legalista a la historia es que, si bien se pueden caracterizar eventos tales como las revoluciones políticas, constituidas por acontecimientos históricos, los acontecimientos de un mismo evento son tan diferentes que finalmente lo

,

que hay de común entre ellos es banal y muy poco interesante. Hay diferencias tan

y lo que se afirma a propósito del dato se afirma también en sus repeticiones, tendremos una base confiable para creer que estamos en presencia "de una regularidad ,

considerables entre la revolución rusa, la revolución norteamericana y la revolución que destronó a Domiciano en Roma en cuanto a sus características, que para lograr

de una ley. Sin embargo aquí caben algunas aclaraciones. ¿Qué es lo que se repi-

alguna conclusión los eventos a considerar serían casi inocuos y de ellos apenas se

.

,

"

podrían obtener leyes generales de este tipo: En toda revolución hay gente que se siente incómoda No suena muy serio desde el punto de vista científico. A un historiador le interesan los acontecimientos en tanto tales. Y hay otras disciplinas, como la geología y la geografía en las que sucede algo parecido con relación a la distribución espacial: el Monte Blanco es la montaña más alta de Europa y esto interesa a los geógrafos, pero nada nos dice acerca de regularidades o leyes porque el Monte "

rechazado, sobre todo si tiene utilidad terapéutica.

Diríamos entonces, a modo de conclusión, que no hay un único requisito de intersubjetividad, sino dos. Uno, fuerte, exige que los acontecimientos sean intersubje-

tivamente captables, condición que satisfacen en particular las ciencias "duras". El segundo, débil, exige solamente la característica de intersubjetividad para los eventos, y ésta sería la condición a ser satisfecha por ciertas disciplinas dentro del campo de las ciencias humanas o sociales. Para que este último requisito en sentido débil sea

aceptado deberíamos agregar la exigencia de que tales datos sólo sean empleados para la inducción o sugestión de teorías y leyes, en el contexto de descubrimiento, pero a su vez la puesta a prueba de las teorías así obtenidas debería someterse, en el

Intersubjetividad Un tercer requisito que se suele exigir con bastante énfasis es el de intersubjetividad, según el cual ningún dato puede provenir de un único captador del mismo. En principio debe ser posible para todo dato haber sido observado por más de un observa-

.

contexto de justificación, a requisitos de tipo conductista, fuertes. Naturalmente ésta es una opinión del autor y el problema no queda resuelto simplemente porque lo hayamos planteado.

dor. No es forzoso que de hecho ocurra así, pero se comprende que, en el caso de que el dato sea atípico, esto puede transformarse en una cuestión muy importante en cuanto a su valor y aceptación. Tal como lo estamos presentando el criterio es bastante aceptable, e incluso es una buena definición de la objetividad de la ciencia. La objetividad de los datos radica precisamente en su intersubjetividad o sea en el hecho de que distintas personas lo pueden registrar. Pero aquí hay dos dificultades. Una es de principio: ¿qué se está diciendo exactamente con este requisito? La segunda radica en que algunas disciplinas, en particular el psicoanálisis tienen dificultades a este respecto, y de allí la batalla entre el conductismo y las disciplinas psicológicas que aceptan el dato introspectivo como un dato de valor. El psicoanálisis, en particular, cuando admite fenómenos como la contraíransferencia parecería dotar a cada terapeuta de un instrumento por el cual, de acuerdo con lo que él experimenta emocio-

Controversias

,

La distinción entre objetos directos e indirectos presentada al comienzo de este capítulo, como ya hemos señalado, no es aceptada por todos los epistemólogos. Pero en realidad la disputa se halla relacionada no tanto con una distinción ontológica acerca de objetos sino con la que corresponde en el plano lingüístico, de la que ha-

,

blaremos en detalle más adelante. Gira en torno a la cuestión de si hay términos em-

,

píricos u observables y teóricos, nítidamente diferenciados según el tipo de entidades a las cuales dichos términos hacen referencia. La crítica apunta a negar una afir-

mación que hemos realizado anteriormente: la de que tomar un dato, desde el pun-

,

nalmente en un momento dado, puede inferir lo que le sucede al paciente. (Si el paciente es odontólogo, por ejemplo, el terapeuta puede de pronto experimentar un fuerte dolor de muelas.) Pero este dato es puramente introspectivo y subjetivo y no cumple el requisito de intersubjetividad. ¿Sería cuestión, entonces de abandonar este ,

,

;

to de vista epistemológico, implica la no existencia de presupuestos teóricos. Esto es totalmente imposible, se argumenta, pues no hay dato que no tenga contaminación teórica o presupuestos tácitos y, por consiguiente, todo dato se obtiene por la mediación de teorías. Dicho de otro modo: no habría dato independiente anterior a las teorías. La cuestión se vincula con un problema que hemos mencionado ya someramen-

jci vocüuuiario

de la ciencia

e, el de si existe o no una base empírica filosófica indubitable, porque allí comienza a construcción por capas de cebolla de bases empíricas metodológicas sucesiva"

"

nente ampliadas. Es probable que, en un sentido práctico, toda vez que consideranos un objeto haya alguna teoría presupuesta y oculta con auxilio de la cual lo con:eptuamos. De ser así, la crítica mencionada tendría validez. Pero de todas maneras onviene hacer una distinción. No es lo mismo afirmar que para tomar un dato debanos presuponer alguna teoría, lo cual es muy probable, que afirmar que dicha teoría '

.

la de ser siempre una teoría científica. Es verdad que en el lenguaje cotidiano hay muchos presupuestos teóricos. No

o negamos. Pero no es tan claro que en todo lo que tomamos con el auxilio del len¡uaje ordinario haya, ocultas, teorías científicas. El epistemólogo Thomas Kuhn, en iu influyente libro La estructura de las revoluciones científicas, de 1962, aduce que m el lenguaje cotidiano hay algo así como fósiles de muchas teorías científicas, (ue en un principio se hallaban apartadas de él pero que poco a poco, con el tiem)o se fueron incorporando. Quizás algo de lo que decimos actualmente sobre fuerza i energía en el lenguaje ordinario provenga de lentas infiltraciones de la teoría de íewton o de la ciencia del siglo XIX. Algunos locutores de radio y televisión hablan ,

.

odavía de que sus programas se difunden por el éter. No obstante creemos que, en a descripción del contexto habitual que nos rodea en la vida cotidiana, nuestro lenfuaje utiliza poco o nada tales fósiles de teorías científicas. Se puede admitir que haa un contenido teórico en el lenguaje ordinario y en nuestra manera de concebir la >ase empírica epistemológica, pues ya hemos dicho que ésta se modifica a medida [ue la historia transcurre y la cultura evoluciona. Pero ello no invalida nuestra preensión, ligada a la epistemología, de discutir si es posible fundamentar todas las teo-

,

.».».

-

ías científicas. En este sentido, el control de las mismas se realiza a través de ele-

tientos culturalizados por el lenguaje cotidiano, pero sometemos a control la ciencia :n la medida en que ésta puede explicar, hacer predicciones y dar cuenta de las re¡ularidades y fenómenos que en la vida cotidiana ya hemos captado. Cuando se men:ionan a la vez, como en el título de un célebre libro de Conant, la ciencia y el senido común, se quiere hacer notar la fuerte presencia de éste en la ciencia con el siglificado de que la base empírica, que provoca los problemas, que controla, que obliga a construir explicaciones y acerca de la cual queremos hacer predicciones, no esá contaminada por teorías científicas presupuestas. En determinados momentos de la historia de la ciencia acontece que la comuddad humana en general y la científica en particular dan como formando parte leí acervo cultural a una serie de teorías científicas, y entonces el problema que se iresenta es el control de todo lo nuevo que se ofrece a la luz de ese momento pecuiar de la cultura. Aquí es la base empírica metodológica la que se transformará en

movimiento publicado por Einstein en 1905. En él

rez de las novedades. Pero en la controversia acerca de si es lícita o no la diferen-

coexisten términos altamente

ia entre base empírica y zona teórica, si el argumento es el llamado "de la carga teóica" de toda observación, parece importante distinguir entre carga teórica en un senido absoluto ligado al lenguaje ordinario y carga teórica de tipo científico, y entones creemos que la objeción no tiene el peso que frecuentemente se le atribuye. Tenxemos que volver sobre el tema en ocasión de abordar las cuestiones lingüísticas

técnicos o específicos con otros que provienen del lenguaje ordinario.

inculadas con la ciencia.

2

Kítfe

5 Datos observacionales .

O (consecuencia observacional)

(condiciones iniciales y de contorno)

| i

i

t

?

t

t

T

o.

o,

a.

o4

o,.

Consecuencias observacionales

y a la vez las que se hayan formulado a propósito del material de trabajo. La canti-

dad de hipótesis presupuestas y colaterales que se ponen en juego en cada contrastación suele ser muchísimo mayor de lo que se puede suponer y esto indica que cada vez que una observación pertinente corrobora alguna teoría incluso por razones tecnológicas o prácticas cotidianas estamos simultáneamente corroborando un gran cuerpo de hipótesis. En algunos casos si nos remontamos jerárquicamente hasta su punto de partida, este cuerpo de hipótesis puede involucrar una parte considerable de todo el conocimiento científico disponible. Esto daría razón en cierto modo, al llama,

,

,

,

,

¿Qué hipótesis corrobora o refuta una consecuencia observacional?

do criterio holístico

,

segiin el cual toda aseveración científica compromete, si no a todo

el conocimiento humano

a buena parte del mismo. Más allá de que se acepte o no la circunstancia de que un evento singular corrobore o apoye todo un cuerpo de presupuestos, tiene conexión con la idea de que el conocimiento no es una agrupación o colección de conocimientos aislados sino, en realidad, una gran estructura que ponemos a prueba ante cada experiencia u observación. Ahora bien, ¿qué ocurre si, como resultado de la contrastación, la consecuencia observacional O resulta ser falsa? En la versión simple del método hipotético deductivo deberíamos afirmar que la teoría ha sido refutada y esto implicaría que alguna de sus hipótesis fundamentales (al menos una) debe ser descartada: una sola refutación bastaría para destruir la afirmación simultánea de todos sus principios. Pero el nuevo diseño que hemos desarrollado no nos permite hacerlo. No hay la menor duda, por razones lógicas, de que alguna dé las premisas debe ser falsa, pero ¿por qué habría de serlo justamente alguna de las hipótesis fundamentales de la teoría específica? Hay cinco tipos de premisas afirmadas simultáneamente, y la "falla" podría deberse a la falsedad de cualquiera de las hipótesis agrupadas en 1, 2, 3 y 4 o bien de los datos del rubro 5. Podrían ser falsas una o más hipótesis presupuestas, subsi,

esta tesis

,

Los esquemas que utilizamos hasta el momento para representar la estructura de una teoría científica se han vuelto ahora inadecuados y deben ser sustituidos por otros, un tanto más complicados. En la figura anterior hemos dispuesto verticalmente los cinco tipos de premisas que ineludiblemente se presentan al aplicar una teoría en el proceso de deducir consecuencias observacionales tales como Oj, O2, 03, 04 y Os y que provienen de las hipótesis o teorías presupuestas, específicas, subsidiarias ,

y auxiliares, amén de los datos. La figura siguiente es similar, pero en ella indicamos todos los conjuntos de hipótesis que podrían ser empleadas para la deducción de una determinada consecuencia observacional O, separados de acuerdo con la estratificación que ya hemos presentado. En el caso de esta figura, se supone que hay k hipótesis presupuestas, n hipótesis específicas, / hipótesis subsidiarias, h hipótesis auxiliares y j datos observacionales. De esta manera, queda simbolizada la complejidad inherente a la aplicación de una teoría, porque las deducciones que permiten obtener una consecuencia observacional O parten de un gran número de premisas.

Si se tratase de contrastar la teoría, se procederá a comprobar la verdad o falsedad de O por medio de observaciones pertinentes, de lo cual resultará que O es verdadera o bien falsa. Si O resulta verdadera, se habrá corroborado la teoría específica, pero también las hipótesis y teorías presupuestas que la anteceden en sentido lógico

214

,

,

,

,

diarias o auxiliares. Incluso

,

como veremos luego, los datos podrían estar "perturba-

dos" y ser falsa la afirmación de que se los ha verificado y no necesariamente las de la teoría específica en estudio. ¿Cómo proceder entonces, para detectar la (o las) hipótesis culpables ? ¿Cómo saber si la teoría específica debe ser descartada o bien ,

"

"

-

215

refutabilidad en principio de las hipótesis y teorías y es muy importante para su manera de entender la ciencia que las refutaciones de las consecuencias observaciona-

corresponde hacer lo propio con alguna de las otras hipótesis o datos y conservar la

,

teoría en estudio? Si estuviésemos en presencia de una novela policial deberíamos

les acarreen la refutación de la teoría. Ve con alarma que se busquen "culpables" en

decir nuc a! detective, para su desdicha, se le ha presentado una situación en la cual el número de sospechosos se ha incrementado astronómicamente. Este es un problema que en la formulación simple del método hipotético deductivo no se nos había planteado y que ahora debemos encarar con sumo cuidado.

los rubros 1 3, 4 ó 5, pues, según entiende, esto configuraría una suerte de búsque,

da de excusas y disculpas para poder mantenerla en pie a ultranza. Se inclina a pensar que la refutación implica la obligación de abandonar la teoría y que toda otra actitud sería una argucia o sea, un modo de seguir manteniendo a toda costa la teoría ,

pese al inconveniente originado por la refutación. Esta posición popperiana puede considerarse ciertamente, un tanto exagerada, al menos tanto como la reacción del que tramitaba su jubilación y ante la pérdida del expediente exigía una revolución para el día siguiente. Después de todo podría ocurrir realmente que la hipótesis "culpable no se hallase en la teoría específica, sino en algún otro conjunto de la estruc-

Conservadores y revolucionarios

,

ante la refutación

,

"

Existen grosso modo dos temperamentos con respecto al problema que estamos discutiendo: el revolucionario y el conservador

* .

tura descrita. El propio Popper admite que a veces, puede estar fallando alguna hi-

Si se nos permite una metáfora, imagi-

,

pótesis auxiliar y que sería posible introducir una hipótesis ad hoc, resultante de mo-

nemos que una persona está tramitando su jubilación y que, en una de sus periódicas visitas a una oficina, se le dice: Ño encontramos su expediente". Si el damnificado tiene un temperamento prudente, pensará en primer lugar que el culpable de semejante accidente es algún empleado descuidado, que ha extraviado el expediente. Si luego de una investigación detenida se comprueba que no corresponde responsabilizar a ningún empleado en particular, el candidato a jubilado adjudicará la culpa, ya con mayor alcance, a la organización de la oficina. Si una nueva investigación no

dificar la anterior con la finalidad de impedir la refutación de la teoría. Pero esto sólo sería lícito según Popper, a condición de que se hallen luego corroboraciones in-

"

detecta el expediente, el interesado dirá que la responsabilidad le cabe al ministerio del cual depende la oficina. Pero si el expediente sigue perdido y no obtiene respues ta a nivel ministerial, la persona, ya muy enojada, sostendrá que el culpable es el gobierno por entero. (Aunque de acuerdo con el célebre aforismo italiano Piove, governo ladro! las etapas anteriores serían innecesarias.) Y, si aun así, luego de peregrinar por despachos gubernamentales de la más variada índole, no logra recuperar su

expediente, puede dar un paso más y decir con furia que la responsabilidad del accidente recae sobre toda la estructura sociopolítica del país. Este avance por aproximaciones sucesivas y cada vez más amplias en busca de responsabilidades, y de enojos con'elativos cada vez mayores, podría denominarse un "temperamento conservador". A éste se opondría el "temperamento revolucionario": quien lo profesase, ante la sola noticia de que se ha perdido el expediente, diría lisa y llanamente que hay que cambiar, mediante una revolución, toda la estructura sociopolítica. Ambos tipos de temperamento podrían aplicarse al tema epistemológico que estamos discutiendo. Ante una refutación, el temperamento revolucionario diría, sencilla"

"

mente, que la culpa de la refutación se halla en la teoría específica que se encuen-

tra en estudio. En cierto modo, Popper presenta en Im lógica de la investigación científica una tesis similar: cree que la racionalidad del método científico consiste en la *

De hecho, ante la aparición de refutaciones, seria posible hablar de un tercer temperamento: el de

quien hace caso omiso de ella y decide seguir aceptando la teoría. Ante esta estrategia de

"

esconder

la refutación bajo la alfombra" un psicoanalista diría que estamos en presencia de una denegación del inconveniente. Pero en los capítulos finales de este libro veremos que, en opinión de Thomas Kuhn y

,

,

dependientes que apoyen a la nueva hipótesis; no basta por tanto, con formular la ,

hipótesis ad hoc y alegrarse de haberle salvado la vida a la teoría. De todos modos

,

es evidente que Popper no simpatiza con el procedimiento y piensa que en lo posible, hay que arremeter contra la teoría sin demasiadas contemplaciones A la inversa de lo que piensa Popper un temperamento conservador diría, por el contrario que hay que buscar a la hipótesis culpable por etapas, y su estrategia consistiría en investigar cada estrato comenzando por los inferiores en el orden 5, 4 3, 2 y 1, desde los datos hasta las teorías presupuestas. (En la figura de la página 214 este or,

.

,

,

"

"

,

,

,

den se indica por medio de una flecha ascendente.)

Estamos ahora en condiciones de presentar el llamado "método hipotético deductivo en versión compleja". Consiste en aceptar: 1) que toda contrastación o aplicación

de una teoría obedece al esquema de estratos que hemos presentado; y 2) que la estrategia a emplear en caso de refutaciones responde al temperamento conservador y no al revolucionario. Esta percepción del método científico como dotado de una estructura compleja data ya de algunos pensadores del siglo pasado como William ,

Wliewell (uno de los introductores del método hipotético deductivo en Inglaterra) y Fierre Duhem. En la actualidad ciertos epistemólogos como Lakatos han querido ofrecer una visión tanto lógica como sociológica del método científico que como luego veremos, se edifica sobre la base de la existencia de esta estructura. Como ya señalamos Lakatos denomina "refutacionismo ingenuo" a la filosofía científica de Popper en relación con el método hipotético deductivo en versión simple, es decir, la cféeffcia de que la refutación de una teoría se puede obtener de modo concluyente por medio de una sola observación pertinente. La versión compleja del método que ,

-

,

,

ahora desarrollaremos se vincula con lo que Lakatos llama "refutacionismo sofisticado", que expondremos en un capítulo posterior y que este autor presenta como un ,

sucedáneo de la posición filosófica de Popper y a la vez una suerte de prolongación natural del pensamiento popperiano.

otros epistemólogos, se trataría de un procedimiento que no es desdeñado por los científicos en ciertas oportunidades.

216

217

tanto tales a pesar de que habían sido efectuadas; en situaciones como ésta

Datos y perturbaciones Supongamos, pues, que hemos contrastado una teoría y que hemos obtenido consecuencias observacionales falsas. ¿Cómo detectar la hipótesis culpable ? De acuerdo con la estrategia conservadora, hay que preguntarse en primer lugar si algún factor extraño pudo haber perturbado las observaciones pertinentes o bien las observaciones que llevaron a considerar verdaderos los datos del rubro 5 del esquema. Para retomar nuestro ejemplo del astrónomo que pretende predecir un eclipse, y suponiendo que el fenómeno no ha sido observado, el temperamento conservador comenzaría por preguntarse, por ejemplo, si la observación ha sido realizada en condi-

los cien-

caso, la de Einstein) haya sido refutada

.

"

"

ciones adecuadas o bien si algún dato involucrado en la deducción (tal como la distancia entre el Sol y la Tierra) se ha empleado con su valor correcto. En ambos ca-

sos, que haya habidp una perturbación en una observación (la refutante

en el caso

de las consecuencias observacionales o la verificante para los datos), lleva al problema de si estamos violando o no el requisito de decidibilidad de la base empírica. Co-

mo el lector recordará, éste asegura que es posible, mediante observaciones, verificar o refutar concluyentemente los enunciados de primer nivel ¿Cómo es posible .

que haya una perturbación allí donde, por el requisito

,

tíficos pueden descartar observaciones pertinentes y negar que la teoría (en este

de decidibilidad, no debió ha-

ber existido?

Agua contaminada Un segundo ejemplo que cita Paúl de Kruif en su libro Los cazadores de microbios, se refiere a una sesión de la Academia de Medicina de Prusia en la que Koch pre,

sentó públicamente cultivos de cólera En aquel entonces, todo lo relativo a microor.

ganismos era visto con bastante escepticismo, similar al que suelen tener hoy los psicólogos biologicistas con respecto a las teorías freudianas En medio de la sesión .

un

,

enfurecido médico que asistía a la reunión y que no compartía los puntos de vista de Koch, el doctor Pepperfcorn se levantó, le arrebató un tubo de ensayo con cultivos ,

de cólera y se lo bebió Lo extraordinario es que no le ocurrió nada ni en ese momento ni posteriormente aunque hoy podríamos afirmar rotundamente que el doctor Pepperkom debió enfermarse de cólera ¿Qué pasó en ese momento? Es difícil saber.

,

,

.

lo. Se puede deslizar aquí la hipótesis de que aquel doctor de extrañas costumbres culinarias estaba ya vacunado contra el cólera en el sentido de que había padecido la enfermedad en una forma débil y quedó inmunizado Un psicoanalista podría de,

En la historia de la ciencia se ha comprobado, en más de una ocasión, que un enunciado observacional considerado verdadero era, en realidad, falso o no pertinen-

te. La circunstancia de que ello haya acontecido puede haber tenido distintos orígenes, vinculados con perturbaciones externas, de carácter físico, o bien internas, del observador, de carácter fisiológico y psicológico. Antes de seguir adelante, por tanto,

presentaremos tres ejemplos históricos de perturbación de datos.

.

cir, con alguna razón que su acentuada convicción en contra de la teoría de Koch hacía fisiológicamente imposible que se contagiara El hecho de que se bebió un cultivo de cólera y no enfermó fue observable e indiscutible pero no podía ser tomado ,

.

,

como dato para derivar consecuencias observacionales que refutasen la teoría de Koch acerca del origen del cólera También aquí tenemos el caso de una perturba.

ción, posiblemente ligada a las características fisiológicas (o psicológicas como podría pensar un psicoanalista afecto a la psicosomática) del doctor Pepperkom y ,

,

esa perturbación invalida el dato observacional

La experiencia de Michelson

En un capítulo anterior hemós mencionado esta célebre experiencia cuyo resultado fue negativo, en el sentido de que se esperaba detectar con ella el corrimiento de ciertas rayas de interferencia en un interferómetro y que, presuntamente,

Los canales de Marte

delatarían

el movimiento absoluto de la Tierra con respecto al Sol. El corrimiento no fue obser-

vado y este resultado inesperado llevó a una disputa que involucró distintas explicaciones, tales como la del físico holandés Hendrik Lorentz, y la de Einstein que finalmente privó con el nombre de teoría especial de la relatividad. Sin embargo, el físi-

co estadounidense Dayton Miller afirmó posteriormente haber detectado

el corrimiento de las rayas, lo cual indujo a otros físicos a reiterar la experiencia con el mismo resultado negativo original de Michelson. Los físicos coincidieron en afirmar que alguna perturbación había afectado las observaciones de Miller. Desde luego, para utilizar una ingeniosa frase de Henri Poincaré, decir tal cosa no es resolver la dificultad sino bautizarla. Lo que se insinúa en este caso es que una conjunción extra-

ña de circunstancias habría provocado el corrimiento de las rayas en el interferómetro de Miller. (Como se comprobó mucho después, el equipo experimental emplea-

do por éste era deficiente.) Las observaciones de Miller quedaron descalificadas en

218

.

Un tercer ejemplo algo más complicado pero muy interesante, lo constituyen las ob,

servaciones telescópicas del planeta Marte realizadas a fines del siglo XK y comienzos del XX por los astrónomos Giovanni Schiaparelli y Percival Lowell

.

Ambos afir-

maron haber observado canales en el planeta rojo y los dibujaron en sus mapas Schiaparelli era un astrónomo muy competente y nadie hubiera pensado entonces (ni

.

se lo piensa ahora) que mintiera en cuanto a lo que afirmaba haber observado Algunas rayas que parecían comunicar zonas oscuras se le antojaron canales a Schiapare.

lli, aunque entonces aconteció un malentendido idiomático La palabra italiana canali, que designa canales naturales fue traducida al inglés por canals que se refiere a .

,

,

canales artificiales. De allí a suponer la existencia de vida inteligente en Marte hubo un paso y astrónomos como Camille Flammarion y Lowell conjeturaron que los ca-

nales habían sido construidos por los marcianos para transportar agua de los casquetes polares hacia la zona ecuatorial El hecho curioso, sin embargo es que ningún .

,

219

dos. Pero

otro astrónomo logró observar los canales, pese a que Lowell llegó a señalar ciento

¿es así realmente? En La lógica de la investigación científica Popper ,

ciones tienen siempre característica de hipótesis y

vaciones con naves espaciales ofrecen argumentos irrebatibles), pero en su momen-

,

para describir observaen este aspecto no difieren de ,

los enunciados de segundo o tercer nivel Para entender lo que afirma Popper hay que tener en cuenta que los enunciados observacionales se formulan frecuentemen te con el auxilio de conceptos vinculados con eHriundo físico tal como éste se nos ofrece en la vida cotidiana y es descrito con el lenguaje ordinario Supongamos que

tales

to la cuestión generó un gran revuelo e incluso productos literarios indirectos

,

sostiene que no: los enunciados singulares que formulamos

ochenta en sus mapas. Hoy se ha descartado por completo su existencia (las obser-

.

,

como La guerra de los mundos, de Wells. Aun en tiempos más recientes, en las Crónicas marcianas, Ray Bradbury incluye canales en el paisaje de Marte pese a haber

-

escrito su libro en los años 40 de este siglo.

.

,

en este momento y frente a una mesa

¿Qué hacer con estas excéntricas visiones de canales de Marte realizadas por competentes astrónomos? Dispuestos a dirimir la cuestión, algunos psicólogos de una

dijéramos'. "Esto es una mesa". En principio no hay razón para dudar de que el enunciado puede ser considerado un dato obser,

vacional

Instalaron en un galpón un tubo de unos siete metros de largo y de diámetro sufi-

un enunciado verificado de primer nivel. Pero nada nos garantiza que de pronto, la mesa no nos dijera a continuación con voz ronca y gutural: "Ufa estos

da en el otro. La pelota fue pintada de un color cobrizo similar al de Marte, y se sal-

deberíamos decir entonces? Probablemente que lo que tomamos

universidad de los Estados Unidos diseñaron una pintoresca experiencia al respecto.

,

,

epistemólogos ya me tienen cansada" y abandonase la habitación caminando ¿Qué

ciente como para que pudiera verse, desde un extremo, una pelota de fútbol coloca-

,

.

,

.

plo pretende ilustrar que cuando afirmamos que un objeto es una mesa vamos más allá de lo que realmente percibimos; no decimos solamente

-

rante largas horas y dibujaba lo que percibía. Pero las condiciones de iluminación de

la pelota y el esfuerzo producían cansancio visual, y el observador terminaba perci biendo figuras con rayas en lugar de puntos, lo cual fue explicado por medio de un

-

principio de la psicología de la Gestalt: en tales condiciones, se tiende a agrupar ele-

mentos dispersos según figuras geométricas simples. Algo similar debió haber suce-

dido con Schiaparelli y Lowell, que observaban un planeta mal iluminado durante mu

-

chas horas, lo cual producía fatiga y perturbaciones en la percepción. La moraleja es

que a veces vemos lo que no podemos ver. Esto señala claramente que, en ciertas

condiciones de percepción, la observación directa presenta perturbaciones, a causa

de lo cual conceptuamos nuestras percepciones de manera distinta de lo que en rea

-

lidad debiéramos haber visto. Es muy diferente decir que una imagen presenta rayas

que decir que hemos visto rayas en Marte. Aquí la perturbación, evidentemente, se

vincula con problemas de percepción y es difícil saber cuál es su origen específico.

Los tres ejemplos históricos muestran que no es absurdo suponer que la percep

-

ción o aprehensión observacional de los datos contenga, en efecto, alguna suerte de

perturbación y obligue a los científicos a considerarlos inválidos. Es razonable, por tanto, comenzar nuestra estrategia conservadora de búsqueda de culpables preguntándonos si no habremos tomado por observación legítima algo que en realidad "

"

no lo era.

por una mesa no era

en realidad una mesa sino tal vez un extraterrestre o un animal desconocido El ejem-

picaron en ella, al azar, gotas de tinta; además, se la iluminó débilmente con una lamparita eléctrica de unos pocos watts. Por la noche, a oscuras, alguien (a quien no se

le informaba acerca del propósito de la investigación) observaba a través del tubo du

,

que se nos presenta ba-

jo cierta forma o comportamiento, sino también (implícitamente) que conservará tales atributos en el futuro Las mesas no hablan y si de pronto una mesa comenza.

ra a hablar habrá que convenir en que aquello que suponíamos una mesa no era en verdad una mesa Toda vez que ante un objeto fisico de la vida cotidiana afirmamos .

"

He aquí tal o cual cosa" estamos formulando un enunciado hipotético. Puede ocurrir

que tomemos una hogaza de pan de la panera y al morderla descubramos que nues-

tra hipótesis acerca de que ese cuerpo era un pan resultara falsa; y lo era porque nuestro sobrino colocó en la panera un trozo de goma con forma y color de pan para gastamos una broma. De hecho morder el objeto y comprobar que los dientes no producen el menor efecto en él refuta la hipótesis de que el cuerpo era un pan. Popper afirma que todo enunciado que utiliza conceptos físicos tiene, por las ra,

zones expuestas

,

características de hipótesis, ya que implícitamente se está presupo-

niendo cuál será el comportamiento futuro de lo que obseivamos. Como casi todos

los enunciados observacionales pertenecen a esta categoría llegamos a la conclusión ,

de que los enunciados de primer nivel aun los que hemos aceptado como verificados, son en realidad, hipótesis: tendríamos que hablar de ellos en términos de co,

,

rroboración y no de verificación La posición popperiana presenta algunas dificultades .

a las que nos referiremos enseguida pero vale la pena comentar en primer lugar que hay enunciados observacionales que no parecen manifestar aspectos hipotéticos, pe,

se a que se refieren a objetos Si decimos, señalando con el dedo un pepino Esto es verde parece que nos hallamos ante una situación puramente observacional que no implica pronósticos para el futuro Pero no es así. El problema aquí es la palabra "

.

,

"

,

Los enunciados de primer nivel como hipótesis

El lector habrá observado que en nuestra estratificación de premisas intervinientes

en la contrastación o empleo de una teoría científica hemos llamado hipótesis a las

que ocupan los rubros 1, 2, 3 y 4. Parecería razonable no asignar carácter hipotético

a los enunciados de primer nivel que aparecen en el rubro 5, ya que, en principio, se trataría de enunciados empíricos básicos, singulares, concluyentemente verifica-

220

.

"

verde

"

.

Hay que tener en cuenta que la experiencia posterior puede obligamos a co-

rregir lo que hemos afirmado y hacemos llegar a la conclusión de que dijimos "Esto es verde" porque se trataba de un objeto azulado inadecuadamente iluminado .

En esa forma haber percibido verde lo que en realidad no lo era resulta de un efec,

to puramente perceptual Pero si la presunta verdad del enunciado puede ser desechada en otro momento por nuevas experiencias el enunciado "Esto es verde" tiene .

,

características hipotéticas

,

y nuestra observación no nos ha permitido verificarlo

.

Pe-

221

x "

ro, ¿qué puede decirse de la afirmación Estoy percibiendo esto como verde"? El enunciado parece describir, realmente, algo que se refiere al aqui y ahora. ¿Es también hipotético? La respuesta de Popper es que sí, porque circunstancias posteriores pueden mostramos que lo que hemos creído percibir como verde no era, en realidad, verde, sino un matiz de azul. Todo es corregible, hipotético, aun la más trivial

Popper Kuhn y el consenso ,

la consecuencia observacional es falsa ha quedado refutada. La refutación de una teoría no es entonces concluyente y puede ser revisada en función de nuevos datos. Por tanto, la idea popperiana de que el conocimiento científico progresa por la negativa

El lector advertirá que nuestras consideraciones anteriores a propósito de aceptación de verdades sin discusión, nos obligan a replantear las características que habíamos atribuido a la base empírica de la ciencia que imaginábamos indiscutible y decidible. Si lo que estamos diciendo es cierto toda afirmación acerca de la base empírica tiene naturaleza hipotética y es por tanto revisable. Para retomar un ejemplo anterior, la afirmación observacional "Esto es una mesa" ya no es verificable sino tan sólo contrastable. Una característica de los objetos que llamamos mesas es la de no ser atravesables con un golpe de puño de modo que ante un objeto que se nos presenta como una mesa podríamos golpearla con el puño y comprobar que el puño no la atraviesa. Diríamos entonces: He corroborado la hipótesis de que esto es una mesa porque mi puño no ¡a atraviesa Como se comprende, esto plantea otro problema adicional, porque un amigo nuestro podría preguntar: ¿Y cómo se sabe que lo que golpeó contra la mesa es un puño? Podría ser una masa de gas o una alucinación Podemos entonces contrastar la hipótesis de que nuestro puño es realmente un puño pegándole un golpe con otro puño y comprobar que éste no lo atraviesa pero ahora tendremos el problema de decidir si el segundo objeto era realmente un puño. Al parecer contrastar cualquier hipótesis observacional sobre objetos físicos nos lleva a un encadenamiento de contrastaciones sin fin en el que cada afirmación acerca de un objeto utilizado para contrastar nuestra hipótesis acerca de otro exije a su

mediante la refutación definitiva de teorías científicas no es totalmente convincente.

vez, una contrastación.

Una teoría puede estar en cierto momento en condiciones de refutación y, sin embargo, por una revisión posterior de la hipótesis de que ha sido refutada, volver a ser

de conocimientos indiscutibles a partir de los cuales se puedan contrastar hipótesis

admitida como corroborada. Esto permitiría, en principio, que una teoría dada por de-

y teorías? Desde el punto de vista filosófico, la respuesta es que tal conocimiento in-

saparecida de la ciencia en cierto momento histórico reaparezca posteriormente porque se han revisado sus consecuencias observacionales o las observaciones pertinen-

discutible no existe. Tendrían razón entonces los pragmatistas cuando afirman que cuanto se dice en ciencia es relativo a un cuerpo admitido como conocimiento en forma provisional en un momento histórico determinado, y que ello no debe preocuparnos en exceso porque lo que verdaderamente importa es disponer de instrumentos para actuar sobre el mundo. De hecho, sin embargo, los científicos admiten como indiscutidas una serie de proposiciones acerca de la experiencia lo cual indicaría que

de ias observaciones.

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Nuestra discusión refuerza la legitimidad de poner en duda datos y observaciones pertinentes en la búsqueda de culpables de una refutación. Pero además va mucho más allá, porque pone en tela de juicio aspectos muy importantes de la posición de "

"

Popper acerca del método hipotético deductivo en versión simple y especialmente en lo que respecta a su criterio de demarcación. ¿Por qué? Porque si es verdad que los enunciados observacionales son hipótesis, afirmar que una consecuencia observacio-

nal ha quedado refutada (lo cual para Popper refuta necesariamente la teoría) tiene también características hipotéticas. Experiencias posteriores podrían, de algún modo, refutar la afirmación de que la consecuencia observacional es falsa. Si esto es así, la refutabilidad de una consecuencia observacional tiene un carácter provisorio, y nuevas experiencias pueden obligar a abandonar lo que consideramos como refuta-

ción porque en realidad no lo era; dicho de otra manera, porque la hipótesis de que '

tes que fundamentaban su refutación. No es probable, sin embargo, que regrese con la misma formulación que tuvo en el pasado sino convenientemente modificada. De todos modos, parece incuestionable que debemos ser prudentes a la hora de afirmar que una teoría ha quedado descartada para siempre.

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Si esto es así, ¿qué queda de la ambición de la ciencia de disponer de una serie

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nuestro esquema de capas de cebolla

"

De acuerdo con lo que acabamos de decir y a manera de síntesis estaríamos tentados de afirmar que "Las refutaciones se pueden refutar". Pero ésta es una manera

presentado en el Capítulo 2, debería comenzar con una suerte de base empírica epistemológica mínima": un conjunto de afir-

incorrecta de hablar porque, si la refutación es el establecimiento conclusivo de la

maciones básicas de carácter observacional

falsedad de un enunciado, ya no se la podría refutar. Lo que se quiere decir cuando se afirma que La refutación es refutable", es que las hipótesis empleadas para con-

cia y de los objetos que los científicos aceptan sin discusión. A partir de esta base

cluir la falsedad de determinada consecuencia observacional son factibles de ser descartadas. La palabra refutar usada de esta manera no significa el establecimiento

nes de contrastar otras afirmaciones sobre la base empírica y de esta manera, ampliar el conjunto de hipótesis corroboradas y aceptadas referidas a la base empírica hasta constituir en un momento determinado de la historia, la base empírica episte-

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conclusivo de la falsedad sino, más bien, la presencia de dificultades ante aquello

que, en un momento determinado, se aceptaba sin discusión.

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de primer nivel, acerca de la experien-

,

empírica mínima, consensuada, de naturaleza convencional estaríamos en condicio,

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mológica propiamente dicha. A ésta pertenecerían todas las hipótesis contrastadas hasta ese momento a partir de la base empírica mínima. Con referencia a esta base empírica epistemológica así construida se contrastarían como ya hemos señalado, los enunciadas de segundo y tercer nivel. Adviértase sin embargo, que la aceptación ,

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convencional por parte de la comunidad científica de una base empírica mínima no implica atribuir a ésta un carácter absoluto. Se admite perfectamente que a lo largo ,

222

223

El método hipotético deductivo en versión compleja. Segunda parte: a la búsqueda

de la historia de la ciencia, esas decisiones consensuadas y fundamentales serán revisadas y modificadas con el desarrollo del conocimiento. A nuestro entender ésta es la posición que Popper defiende.

de otros culpables

,

Es sabido que las discusiones epistemológicas de Popper tienen un fuerte sesgo

lógico. Toda su jerarquía de hipótesis y sus nexos deductivos muestran una preocupación lógica por comprender la estructura de las teorías científicas. Pero, frente a Popper, hay alternativas que tienen una inquietud totalmente diferente. Thomas

Kuhn es el ejemplo de un epistemólogo para quien los factores sociológicos espe,

cialmente en relación con el comportamiento de los miembros de una comunidad cientíica, constituyen la llave maestra para entender ya no la estructura de la cienf

,

cia en sí misma, sino la conducta de la comunidad que la produce y la evolución de las ideas científicas en ella. Como Kuhn señala repetidamente el consenso o acuerdo entre los miembros de una comunidad parece ser la piedra de toque para la comprensión global de la actividad científica. Kuhn denomina ciencia nomal a la que se ,

practica en etapas históricas en las que una comunidad científica actúa con consenso y asentimiento común frente a ciertos conceptos, teorías o visiones del mundo. Es este compromiso el que permite la actividad mancomunada y que otorga a la ciencia una fuerza y eficacia que en las etapas no normales de su desarrollo, vinculadas con crisis y revoluciones científicas, ella no posee. Algunos autores concluyen de todo ello que no hay un real enfrentamiento entre la posición popperiana y la kuhniana, porque Kuhn practicaría sociología de la ciencia y Popper, en cambio, lógica de la ciencia. Sin embargo hemos destacado con especial atención que, de acuerdo con Popper, en cada etapa histórica hay una decisión convencional, consensuada, acerca de lo que ha de admitirse como base empírica mínima para el desarrollo y construcción de la ciencia, lo cual indica que las ideas sociológicas no están ausentes por completo en el pensamiento popperiano. Más aún, la base empírica mínima es la que justifica por qué se adoptan las hipótesis que constituyen la base empírica epistemológica y ésta, a su vez, es el elemento de control de todas las hipótesis y teorías de la ciencia; por tanto, en forma indirecta, se ad,

,

vierte que hay tanta componente sociológica en el pensamiento de Popper como en

el de Kuhn. Ambos compartirían posiciones sociologistas, compatibles con los aspectos lógicos de la ciencia, y por ello no es correcto concluir que Popper toma en consideración sólo la dimensión lógica de la investigación en tanto que Kuhn lo hace únicamente con la sociológica. Más adelante retomaremos aspectos de esta polémica. Pero previamente debemos proseguir con nuestra exposición de las características del método hipotético deductivo en versión compleja. En particular, habrá que analizar el modo de proceder de la estrategia conservadora una vez comprobado que la refutación de una consecuencia observacional no puede ser atribuida a enunciados de primer nivel que, erróneamente, habíamos considerado verificados. A ello destinaremos el próximo capítulo.

224

En el siglo XIX, la hipótesis de existencia de un planeta desconocido permitió no sólo

proteger de la refutación a la mecánica newtoniana, sino también

,

con el auxilio de ésta,

calcular su posición y ser

observado luego con el telescopio. Tal fue el asombroso episodio del descubrimiento de Neptuno por el mero recurso al cálculo.

(Foto: NASA. Cortesía Asociación

Argentina Amigos de la Astronomía.)

Klimovsky, Gregorio - Las desventuras del conocimiento científico - PDFCOFFEE.COM (2024)
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